Hace ya casi dos siglos el jurista y filósofo venezolano Andrés Bello lo vio con claridad. “La Universidad, señores, no sería digna de ocupar un lugar en nuestras instituciones sociales, si el cultivo de las ciencias y de las letras pudiese mirarse como peligroso bajo un punto de vista moral, o bajo un punto de vista político.” Hoy, tan revuelto como anda el mundo, es posible que no falten voces que juzguen a la universidad como un arma de comprensión masiva, algo que no es del interés de un buen numero de gobernantes. Sin embargo, toda sociedad que se precie precisa el conocimiento para seguir hacia delante. No puede, no debe, enmarañarse en la ignorancia, por mucho que, como les insisto, hay voces que la critican.

Ayer mismo, sin ir más lejos, en la inauguración del curso académico de la Universidad de Deusto, el rector de la misma, Juan José Etxebarria, aprovechó su turno de palabra para asumir con responsabilidad y con ilusión un reto decisivo: “formar, atraer y enraizar en nuestra tierra a las personas que harán posible el futuro de Euskadi. En definitiva”, dijo, recordando al Padre Adolfo Nicolás en uno de sus discursos de 2008, “no queremos formar los mejores del mundo (en una mera lista competitiva), sino los mejores para el mundo.” Fue un discurso académico, por supuesto, pero ante la situación de Gaza, la Universidad ha condenado la vulneración de derechos y ha reafirmado “que la paz siempre es posible”. Saben, como les dije, que noto el mundo es partidario del conocimiento.

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Los actos de apertura de curso comenzaron, tras una eucaristía en la Capilla Gótica cuya homilía fue pronunciada por el obispo de Bilbao Joseba Segura, con la lectura de la memoria académica del curso 2024-2025, a cargo de la Secretaria General, Stella Solernou, quien presentó un desglose de los principales datos del año anterior. No les aburriré con los números. Prefiero contarles, como les avancé, sus últimas palabras. Las últimas palabras de la Secretaria General estuvieron marcadas por un tono de profunda humanidad, al evocar las brutales imágenes de muerte y sufrimiento que llegan desde Gaza. En nombre de la Universidad de Deusto expresó “nuestra condena ante la vulneración sistemática de los derechos fundamentales y el desprecio de la dignidad humana. No es posible construir la paz borrando del mapa a un pueblo entero. Con dolor, pero también con esperanza, afirmamos que la paz siempre es posible. La humanidad reclama de los gobernantes el valor necesario para proteger a la población civil gazatí”.

Llegó a continuación la lectura de la Lección Inaugural titulada Familia: lazos que deciden vidas, a cargo de la doctora y profesora catedrática de la Facultad de Ciencias de la Salud, Ana Martínez Pampliega, para seguir con las palabras del consejero de Ciencia, Universidades e Innovación, Juan Ignacio Pérez Iglesias. Escucharon todo ello la presidenta de Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui; la diputada general, Elixabete Etxanobe; el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto y Bakartxo Tejeria, presidenta del parlamento vasco. Y junto a ellos, autoridades académicas como Eva Egiguren, rectora de Euneiz; Joxe Ramón Bengoetxea, rector de la EHU; Francisco José Ruiz Pérez, Vicente Atxa, rector de Mondragon Unibertsitatea y Francis Planes; Adolfo Garai, Amaia Arregi, Gonzalo Olabarria, Kontxi Klaver, Álvaro de la Rica, Gonzalo Meseguer, Juan Pablo Aia Zulaika, Marta Alonso, Begoña Marañón, Ainara Basurko, Teresa Laespada, Aitziber Irigoras, María José Aranguren, María del Río, Edurne Benito del Valle, Ikaitz Arrese, Alberto Barrios, Ainhoa Eguren, Agustín Garmendia; el juez decano de Bilbao, Aner Uriarte; Ager Izagirre, Leixuri Arrizabalaga, Luis Ramón Arrieta, Sylvie Lagneaux, Juan Manuel Sinde, Luis Rodríguez Llopis y una legión de gente más.