Es, seguramente, el músico vasco con más proyección internacional. 22 álbumes a sus espaldas, un grammy e incluso hay novelas americanas que se hacen eco de él. Lleva toda la vida dedicada a los ritmos tradicionales vascos, a la trikitixa, que ha paseado por medio mundo, embrujando con su canto de sirenas a todo aquel que la oye. Lleva, digo, porque Kepa Junkera sigue siendo un músico del pueblo pese a que ya no le oigamos tocar en directo. Ayer, Kepa llegó a su casa, a Rekalde, para donar al centro Municipal un pandero ilustrado por el artista gráfico, Tomás Ondarra, donde aparecen, espolvoreados, amigos, compañeros de viaje y motivos, qué sé yo, como la fuente de Iturrigorri, el buzón del Pagasarri, escudos de diversos clubes, logotipos del gaztetxe, y su casa natal. El proceso de todo ese trabajo fue inmortalizado por la fotógrafa Marieli Oviedo (ánimo, Miss Oviedo, recupérate pronto del susto de ayer que se te quiere y se te espera...), un trabajo que ayer se presentó en el propio centro municipal, donde acudieron viejos amigos y gente querida que respondieron a la donación con un homenaje popular.
A la cita, que contó con las ilustraciones musicales del albokalari Ibon Koteron y el percusionista colombiano Danny Merchán, entre otros, acudieron, más allá de quienes han trabajado en el proyecto (además de los citados tampoco faltó Ander Sagasturi...), familia cercana como la amatxu, Kontxa Urraza, y su hermana María Junkera; la diputada foral Leixuri Arrizabalaga; la directora de cultura foral, Begoña de Ibarra; el director gerente de Editorial Iparraguirre, Ibon Mujika; Félix Linares; Andoni Goikoetxea y Manolo Delgado, Beatriz Marcos, Marta F. Rivera; el artista gráfico Asier Sanz; el ciclista Igor Anton, Idoia Pérez, Jone Goirizelaia; el sacerdote Joseba Eguiraun, Ainare Sánchez, Begoña Intxaustegi, embajadora de Amiarte, Amaia Basterretxea, Javier Madrazo, Agustín Atxa y toda una corte de gente que le quiere.
En los corrillos previos se imponía la actualidad: el nombramiento del nuevo Papa, León XIV, y el milagro pendiente de Mánchester. Darán testigo de lo que digo músicos como José Antonio Nielfa, La Otxoa, Andoni Basabe y Kike Pérez; Amaia de Juan, Julian Basilio Monterrey o, como también se le conoce, J de Monterrey; el fotógrafo Santi Yániz, José Mari Amantes, Bittori Pardo, Inmaculada García, Kontxi Basabe, MArijo Villanueva, Julio Alegría, Javier Etxebarria, Mikel Garay, María Ángeles Fernández, Roberto Barandiaran y otra gente amiga del músico que se sumó a la celebración. A uno de ellos pido prestado uno de los comentarios que escuché a vuelapluma, Allí se dijo que a la trikitixa la llaman infernuko hauspoa, el fuelle del infierno. Porque sus ritmos se te meten como el diablo en el cuerpo. Y entonces no puedes hacer otra cosa, al sentirlo, que bailar y bailar. Gracias a Kepa hubo mucha gente que bailó y bailó a lo largo de los muchos años tocados.