Una fotografía de Oskar González, compañero de DEIA, con una larga cambiada al detalle de Borja Jiménez y una nube de tierra que se levanta al paso del toro, y una crónica de Vicente Zabala de la Serna en El Mundo, evocadora en el adiós de Enrique Ponce y de una forma de vivir los toros en Bilbao fueron los dos rayos de luz que se filtraron entre las tormentas. Esos fueron los premios Cecilio y Desteñido que ayer concedió el Club Cocherito de Bilbao en una ceremonia celebrada en la Sociedad Bilbaina que preside Juan Goiria, donde se analizaron las Corridas Generales de este año. Las voces autorizadas para ello desataron rayos y centellas, una tormenta, una tempestad. Hubo más voces críticas que otra cosa y en el runrún de los corrillos se hablaba, sotto voce, de la larga agonía de los toros de Bilbao. Tan poco recuerdan al pasado que el Club Cocherito ha declarado desierto el premio al toro más bravo de este año. Ni uno solo, oiga. Ni uno.

En nombre de la Sociedad Bilbaina llevó las riendas del coloquio Javier Rodríguez, acompañado por Luis Eguiluz. Con el presidente del Club Cocherito, Sabino Gutiérrez, en las entrecajas le dieron la palabra para que pormenorizasen todo lo vivido a lo largo de las presentes Corridas Generales al vocal de la junta directiva del Club y presidente del jurado al toro más bravo, Javier Nebreda, para que hablase de los toros (no hace falta que les cuente...); a Javier Larena, expresidente del Club Taurino; a la historiadora Laura del Rey, también vocal, para que hablase de los toreros, y al vicepresidente del Club Cocherito, Rafael Ferrer para que lo moderase todo a su criterio.

A la cita no faltaron Antonio Barandiaran, emisario de La Misericordia, que cumple 250 años (en 1762, el Ayuntamiento de Bilbao abrió el primer centro benéfico de la villa, La Casa de Piedad, en la calle Sendeja. Más tarde, hacia 1774 la Santa y Real Casa de la Misericordia tomó su relevo de forma oficial...); Miren Lauzirika, Jesús Sánchez, Emiliano Amann, Ángel Rodrigo, Ángel Sanmaed, Susana García; el diletante Juanjo Romano, Juan Carlos Sánchez, Juan Manuel Delgado, Víctor Gómez e Idoia Olabarri entre otra gente que acudió con la intención de que otras voces le confirmasen su sensación. No en vano, se recuerdan pocos años más estériles que este: de cantidad y de calidad.

Entre los asistentes tampoco faltaron Juan Carlos Fernández, Rafael Cardenal, Óscar Lecanda, Marcelino Gorbeña, siempre agitador; Vicente Reyes, Pedro Hernández, Alberto Alonso y un buen puñado de gente taurina. Puestos en lo peor de la tarde hubo, incluso, quien sospechó que el cartel de las presentes Corridas Generales, formado por el gran artista Ignacio Goitia, se había elaborado con la dudosa ayuda de la inteligencia artificial. No fue, como les digo, una tarde luminosa en la que recrearse. Como mucho, con el trabajo de Oskar y Vicente.