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El callejón de las botxerías

Cincuenta años de travesías solidarias

En imágenes: Cincuenta años de travesías solidariasJosé Mari Martínez

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Hace medio siglo ya desde que el navegante, escritor y filántropo Antonio Menchaca Careaga fundara la Fundación Menchaca en memoria de su padre, Antonio Menchaca de la Bodega; cincuenta años de travesía por los mares de la solidaridad, a veces con aguas calmas y otras con oleajes de tempestad. Han sido años de búsqueda de corazones de león por todas esas latitudes en las que uno encuentra dificultades, ahogos o ideas con empuje para colaborar con el prójimo. Un testimonio de despachos lo explica tal vez mejor. “La Fundación Antonio Menchaca de la Bodega fue creada en 1974 por Antonio Menchaca Careaga en memoria de su padre, estableciendo como sus fines la realización de actividades sociales para los más necesitados, el desarrollo de la ciencia, el arte, la cultura y el fomento de la solidaridad entre las personas”. He aquí una suerte de acta notarial de tiempos pretéritos pero que se queda coja, un suelto que no recoge la magnitud de la fundación que trabaja con la buena gente en cercanía, colocándola bajo la lente de aumentos que agranda el buen hacer del ejército de solidaridades que se mueve con firmeza en los campos de batalla de la vida.

En el año de su medio siglo, la Fundación Antonio Menchaca escogió un escenario singular para la entrega de la 24ª edición de sus premios a la Solidaridad, una hermosa costumbre que se celebró en la Sociedad Filarmónica, donde sonó la voz del tenor Andoni Martínez Barañano para ponerle son a la tarde. El ritmo fue cosa de Almudena Cacho.

Nadie que haya aliviado el peso de sus semejantes habrá fracasado en este mundo, dijo Charles Dickens, en una de las más grandes definiciones de solidaridad que haya escuchado de un congénere. Su recuerdo me asalta ahora, recién llegado de la propia Filarmónica al escuchar que el buque de rescate marítimo de inmigrantes Aita Mari, toda una herramienta de auxilio de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario, ya ha salvado a más de 1.000 personas en el Mediterráneo; Begoña Aguirrezabal, Hija de Caridad, fundadora de la asociación Luisa de Marillac, por su labor de integración en el barrio bilbaino de Arangoiti, a través de su centro social; el Centro Formación Somorrostro de Muskiz, por los programas de solidaridad con sus alumnos; y Aintzane Monteverde, presidenta de San Nicolás Zabalik, el centro de atención de inmigrantes de Algorta fueron las personas y entidades elegidas para la gloria. La fundación hizo un guiño (una mención especial si nos ponemos estupendos...) al Hospital San Juan de Dios de Santurtzi, impulso de la fundación benéfica Aguirre y referente en cuidados paliativos, y actualmente concertado con Osakidetza.

Entre protagonistas e invitados a la ceremonia no faltaron la presidenta de la Fundación, María Menchaca, acompañada por Diego Azqueta, Amaia Martínez Cearra, Pedro Ontoso y Ramón Buitrago, entre otras personas integrantes de la fundación; Ana Rika, integrante del equipo de trabajo de la consejera Nerea Melgosa; el concejal Juan Ibarretxe, Rosa Sagredo, Rosa Alonso, Eva Garbayo, Cata Suárez de Puya, Mari Carmen Tena, Ana Maguregi, Alicia Mateo; la larga corte del Hospital San Juan de Dios de Santurtzi representado por Fuensanta Icaza, María Lanzagorta, Vicente Fernández Zurita, Pablo Lledó, Maite García y Mariano Bernabé; Cristina Gorostiza, Virginia Matute, Miguel Oráa, Alicia Martín, Gonzalo Vilallonga, Venancio Echeverria y un buen puñado de gente que celebró la fiesta de la solidaridad.

Las subvenciones de Antonio Menchaca no persiguen tanto financiar la subsistencia de unas pocas ONG ya reconocidas, sino ayudar a muchas pequeñas instituciones en proyectos solidarios básicos, variados, concretos, tangibles y medibles, acciones que el patronato visita y sigue de cerca.