APOYÁNDOME en aquella célebre expresión de Alphonse de Lamartine, “Yo soy de la opinión de los que son perseguidos”, hoy cabe decir “yo soy de la opinión de los que están necesitados”. Ese es el mensaje en limpio que puede extraerse de lo vivido ayer en la tarde en el Ilunion Hotels Bilbao, donde Álvaro Díaz-Munio es el rey, como en los viejos corridos mexicanos, en la ceremonia de entrega del premio Personaje silencioso Villa de Bilbao 2024 que organiza, desde hace más de una década larga, la Asociación benéfica La Gota de Leche que sujeta en la porfía del día a día Julio Piñeiro, un tipo con una fé inquebrantable en el corazón de la buena gente. Los elegidos para esta gloria, que no es poca, fueron la familia López-Oleaga (si no ha probado sus cacahuetes tostados en la delicatessen de Astarloa no se qué ha hecho en el último medio siglo...), representada ayer en la ceremonia por Pedro López Otegi, y la fábrica Cuétara-Artiach, cuyo emisario no pudo acudir a la cita, preso de una tormenta. ¿Que no podía acudir a la cita...? Enviaron una palé de galletas como embajador. Tampoco llegó Nati Reguera. En esta ocasión su carcelero fue un fuerte trancazo.Ni Julio Alegría, al parecer otro herido de guerra.

Una vieja voz de la calle nos recuerda, desde tiempos inmemoriales, que lo que hoy siente tu corazón, mañana lo entenderá tu cabeza. Creo que fue Honoré de Balzac quien dijo que en las grandes crisis el corazón se rompe o se curte. Y si parece evidente que vivimos en esos mismos tiempos convulsos de las grandes crisis, no lo es menos que la historia que hoy vengo a contarles es la de un puñado de corazones curtidos, hermosos corazones de cuero que abrigan a quienes tanto frío pasan en estos años de invierno. Les hablo de la asociación benéfica La Gota de Leche Bilbao y su empuje. A lo largo de los años han recaudado en torno a los dos millones de euros en productos –venga un aplauso grande para la gente y las empresas que aportaron....–, hito que le incita a Julio, ya con una edad, a buscar quien le coja el testigo. El comedor social de San Antonio de Irala, tierra que bendice el Hermano Toño Pérez, ha sido el mayor beneficiado de esta dura tarea cuya recaudación ha caído con el paso de los años, hasta el punto que hoy existen carnés de amigos de 20 euros anuales.

Fue una tarde acogedora, ya les digo. A la misma acudieron Kepa Junkera, acompañado como acostumbra en los últimos tiempos por Norelys Cáceres y Rubén Piña; el que fuera presidente de La Gota de Leche durante tantos años, Rafael Soto; Marino Montero, Boni García que no se cura de la bondad crónica que lleva consigo encima, el músico Iñaki Basabe y su hermana Kontxi; el presidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril, Kepa Elejoste; Valentín Moro, el Mago Valen de toda la vida, que llevó las riendas de la ceremonia (en uno de sus números espolvoreados de humor recordó un escena en la que le preguntaban a alguien si podían tutearle y al decir este que sí le llamaron Hijo de Tuta...); Mertxe Fernández, Juan José Santos, Rosa Revuelta, Marijo Villanueva, José Mari Amantes, Rafal Hernández, Consuelo Bringas y un buen puñadito de gente con buenas intenciones.

A Pedro le colocó Kontxi una txapela bordada que es, como todos ustedes saben, la más hermosa de las coronas vascas. Le entregaron un diploma enmarcado y una miniatura del parque de Doña Casilda, dibujada por el propio Julio. Cumplidos los rituales, la gente se reunió en torno a una mesa, oficina clásica de este pueblo, y comenzaron las charletas que, en la inmensa mayoría de los corros, versaban sobre el asunto que hoy reinará sobre todo Bilbao: el Athletic y su partido grande, las semifinales de Copa que van a convertir San Mamés en un espacio de alegría continua. También allí se siembra la felicidad para el pueblo. Alegría de lo lindo.