ES, a la vista salta, el antídoto contra la amargura. No en vano, el premio que hoy vengo a narrarles lleva por título el más dulce del año, un guiño a la vida alegre de la comparsa Moskotarrak, en cuyo nombre tomó la palabra José Mari Amantes, para recordar, tres años después de su última concesión –una más de las heridas de guerra de la pandemia...–, que el premio “está dirigido a aquellas personas o entidades que se hayan distinguido por endulzarnos el año con sus buenas acciones y logros reconocidos que redundan en beneficio de la sociedad en general. Hoy en día, en que los medios de comunicación nos inundan con noticias pesimistas”, añadió, “queremos premiar –o por decirlo de otra manera, dar las gracias– a quien se distinga por provocarnos un sentimiento de optimismo, sea por el motivo que sea”. Dicho todo esto en el Hotel Ilunion que dirige Álvaro Díez-Munío, escenario elegido para la entrega, anunció la gesta ganadora escogida: la magnífica trayectoria del equipo de basket Bidaideak Bilbao BSR, “nuestro club de baloncesto en silla de ruedas (el más difícil todavía) por sus muchos éxitos deportivos y humano y en especial por su meritoria campaña de 2022, en la que consiguieron conquistar, por primera vez, la Copa del Rey.”

No hubo para ellos un trofeo plateado, una de esas copas que se alzan al cielo, no. La recompensa fue mucho más sabrosa: una carolina gigante (uno de los pasteles por excelencia de Bilbao...) y una baldosa de Bilbao, 15x15 elaborada con sokonusko, todo ello elaborado en la pastelería artesana Don Manuel, donde Manuel Angulo lleva los timones. Ese fabuloso turrón (praliné blanco, tostado y negro, y todo ello forrado por una cobertura de chocolate...) es propio de este territorio si se recuerda que fue el aventurero bilbaino Iñigo Urrutia quien arribó a México a principios del siglo XVII en busca del Dorado y halló el cacao en la localidad de Santa Ana de Soconusco. La receta original se ha transmitido de padres a hijos, durante generaciones, como así lo atestigua una receta de 1881 de este producto, exclusivo de Bilbao y de Bizkaia. Calculan que son 300 años ya endulzándonos la vida.

Esas fueron las golosuras de la tarde pero el premio alivió otras amarguras: las del alma. No en vano, cuando subió al estrado Txema Alonso para agradecer la distinción habló de un premio “con mucho sabor y muy profundo cuya concesión agradecemos a Moskotarrak, toda una institución en Bilbao. Que un deporte como este, durante tanto tiempo algo apartado de la sociedad, reciba un reconocimiento público como este es lo que queríamos”. Hubo un aluvión de aplausos y, no estoy seguro porque daba apuro fijarse bien, un puñadito de lágrimas de Florencia González, Mariana Pérez y Manu Lorenzo, los tres integrantes del Bidaideak Bilbao BSR ayer presentes.

Vivieron las emociones de la tarde la presidenta de Moskotarrak, Gloria Prieto, Asun Muñoz, Juan Antonio García, el vigilante del Hotel Ilunion para que todo fluyese en un cóctel donde se sirvieron carolinas como golosinas; Javi Marín, Iñigo Burgos, Jabi Romanos y Luis Ángel Castesana, entre otros, todos ellos integrantes de la comparsa Moskotarrak; los concejales de la villa Jon Bilbao y Carmen Muñoz; el ceramista y orfebre artesano de Loitz, Alex González, acompañado por Ángela Azkona y Amancio Ortega.

Durante el ágape se recordó que los antecesores del premio habían sido el Athletic de Marcelo Bielsa, el Bilbao Basket que hoy preside Isabel Iturbe, Walk On Project por su ingeniosa carrera de patos por la ría, Luis del Olmo, Kepa Junkera, el equipo femenino del Athletic, la escritora Toti Martínez de Lezea y Cruz Roja Bizkaia.

Cada una de esas historias, como la de ayer premiada, han dejado huella en el corazón de la villa, endulzándonos el camino a su paso.