El propósito es hermoso: ir construyendo la historia de la bodega a través de imágenes captadas en una fotografía. El revelado en plata casa a las mil maravillas con el dorado de las uvas, como si fuesen dos materiales nobles, como los minerales. Lleva por nombre Bilduma Itsasmendi 7 y los primeros brotes florecieron en 2008, cuando Leonor Uriarte inmortalizó un gran carguero a plena navegación con la idea de transmitir la dificultad de trabajar en un entorno natural y la necesidad de hacerlo con un equipo cohesionado. Desde aquellos primeros días el proyecto ha crecido, con las fotos retransmitiendo los avatares de cada añada. La soka-tira (año 2014, obra de Jon Beristain), una vid con su tronco venoso, las arterias perfilándose en las hojas y el fruto asomándose como si se diese una transfusión sanguinea (año 2019, obra de Josu Rekalde) y así desde entonces. Jon y Josu se encontraban ayer alrededor de la mesa.

De toda esta aventura vino a hablarnos Garikoitz Ríos, el hombre sabio de la bodega de Itsasmendi. Lo hizo en el restaurante Lukitxene, allá en la Escuela de Hostelería de Leioa que dirige Ibon Andraka, para presentar la añada 2020 de Itsasmendi Nº7 y la fotografía que le acompaña, una imagen entre dunar junto al mar que transmite tranquilidad. El paisaje relaja. Es obra de Sara Domínguez, quien no pudo asistir al encuentro al encontrarse en Barcelona. Garikoitz recordó cómo hubo unos viejos tiempos en los que la Revolución Industrial eclipsó a la agricultura y cómo ellos y otros como ellos fueron al rescate del vino de los vascos, atlántico, poderoso. Entre los Pirineos y el Cantábrico.

A la hora de la cata de presentación de la última añada tomó las riendas el sumiller Antonio Casares, para sumarse al habla del corazón. No en vano, tras probar las primeras lágrimas habló de “un vino con alma, expresivo, con mucho carácter. Hay una explosión floral, frutal y un fondo mineral intenso. Alcanza un grado de acidez en el punto justo para invocar al trago largo... ¡Es puro rock & roll!” Dos sumilleres de la escuela como Jagoba Santiesteban e Iker Setién prestaban atención.

Otro tanto hacían Ana Paredes, emisaria de Servicios Generales de la UPV/EHU; el fotógrafo Jesús de Pedro, quien en 2018 participó en el proyecto con una fotografía que evocaba una excavación, Rafa Marrodán, Óscar García, Óscar de las Heras, Javier Martínez, Víctor Mentxaka, María García, Erika Pintun, Rakel García, Sonia Galán, María Alarcón, Alexia Rández, Maite Zabala, Bittor San Miguel y un puñado de gente interesada en los vinos y la historia que les rodean. Garikoitz seguía emocionado. Hablaba de unas etiquetas de 2020 con partituras como homenaje a su padre músico, de las vides de Leioa donde nació Itsamendi, de un poema de Alberti, cantado por Ibáñez que hablaba de los troncos... Se cataron, además, los Itsasmendi Nº7 de 2018 y 2014 y un ágape servido por la Escuela lo redondeó todo.