UBO un torrente de armonía y compases precipitándose por las paredes de titanio para darle vida a un relato que recoge los 25 años de vida del Guggenheim. Recordaba una cascada a las emociones. Fue una propuesta singular la vivida ayer en el atrio del museo, un hermoso arrebato que hoy se repetirá abierta a todos los públicos y creada exprofeso para el 25º aniversario del Museo. En él confluyen la música, la literatura, el arte y la arquitectura. Se trata de un viaje literario y musical en el que un relato creado por Kirmen Uribe para la ocasión se sumará a la fusión de la arquitectura del Museo con la música de la Sociedad Coral de Bilbao y de la orquesta de metales Euskadi Brass.

¿Puede hablarse de algo espiritual? Puede. La narración a través de las artes constituye un viaje que recorre diferentes etapas de la historia del Museo, abordando su origen, su vocación y la sociedad que lo hacen posible, y teniendo asimismo en cuenta temas ligados a su nacimiento, recorrido y sus exposiciones, como su enclave, la naviera Euskalduna, la industria, París, Rusia o Nueva York. En su dimensión musical, las voces de la Sociedad Coral de Bilbao, dirigidas por Enrique Azurza, se unieron a los metales de la Euskadi Brass, con Alberto Urretxo al gobierno, junto al eco de las palabras de Kirmen Uribe, uno de cuyos poemas, El mundo es un museo, dio título al concierto que lució en todo su esplendor, retumbó por las cuatro paredes y encandiló a todos los presentes.

Lo primero que sonó fue la voz de Kirmen. "Aita Donostia Sotarren etxean idazmahaian eseri da, musika idaztera (...)". Esos fueron los primeros versos de la tarde, cuyo eco ya anunciaba un hilo de emociones que iría filtrándose y empapándolo todo hasta llegar al corazón de los asistentes. Sonó como el preámbulo de la aparición de la Sociedad Coral, que rompió la tarde con la interpretación de la primera de sus elecciones, Zeruan eder ilargia, pieza de Aita Donostia, con arreglos de Enrique Txurruka. Retomó la palabra entonces Kirmen y recitó el mundo es un museo y ese segundo ¡gong! se abrochó con la aparición de la Euskadi Brass que interpretó Grand Central, obra de Jim Parker y Of Knights and Castles, pieza de Raymond Premru. Así fueron encadenándose las intervenciones durante toda la tarde. La concurrencia lo vivía con el corazón en un puño.

Entre los asistentes se encontraban el consejero de Cultura y Política Lingüística, Bingen Zupiria; el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria; el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto; Andoni Iturbe, Lorea Bilbao, Gonzalo Olabarria; el presidente de la Sociedad Coral de Bilbao, José Miguel Lanzagorta; el patrono de la Solomon R. Guggenheim Foundation Jon Azua y el director del Museo Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, quien agradeció a toda la gente que ha acompañado al museo en estos 25 años y recordó a los ausentes, a quienes se quedaron en este camino. Juno a ellos se sumaron al encuentro Koldo Narbaiza, Ibon Areso, Jone Goirizelaia, Javier Garcinuño, Iñigo Alberdi, Iñaki Muguerza, la bodeguera María Victoria Cañas, el artista Jesús Mari Lazkano, Ana Elordui, Ana Arbade, Ana Molina, Txema Vázquez Eguskiza junto a su hija, Leire Vázquez, Edouard Mayoral y Alejandro Ruiz entre otros nombres propios.

La emoción saltaba de puesto en puesto entre la sillas desplegadas en el atrio del museo. Entre ellas se encontraban Nekane Díaz, de la Sociedad Coral; Jordi Albareda, Juanjo Ortiz, Pilar Trigueros, José Luis Mendizabal, Joseba Uriarte, Ane Zarate, Gorka Mendiguren, Mireia Azkarate, Alazne Muñoz, Ana Arregi, Gerardo Markuleta, y un buen número de hombres y mujeres que disfrutaron de un concierto que trascendió de los formatos clásicos. Fue un espectáculo digno de la caja de sorpresas que ha sido, es y será el Museo. l

El Guggenheim conmemora sus 25 años de vida con un concierto singular titulado 'El mundo es un museo' que hoy se repetirá en el atrio

Un relato creado por Kirmen Uribe se funde con la Sociedad Coral de Bilbao y la orquesta de metales Euskadi Brass