A mentira murió. O se desgastó de tanto usarla, como ustedes prefieran. Y díganme quién tenía más prestigio: si la verdad desnuda y dolorosa o la mentira piadosa, tan útil para la supervivencia. Con todo, la mentira falleció. Sobre su mármol puede leerse una inscripción: Muerta por mala fama. Ha ido disfrazándose para pasar desapercibida. Que si la posverdad, que si las fake news, que si patatín, que si patatán. ¿Yo mentiroso? ¡Válgame Dios! No queda uno sobre la faz de la tierra, nadie que se atreva a tirar aquella primera piedra. ¡Cuántos secretos se guardan en el cajón!

¿A cuento de qué viene este epitafio?, se preguntará alguno de ustedes, si es que al otro lado de esta página aún queda alguien. Es una reflexión ligada a lo sucedido ayer, cuando la Biblioteca de Bidebarrieta realizó una nueva entrega del ciclo Diálogos con la literatura con un tema universal en las letras: La verdad y la mentira en la literatura. Se presentaron a disertar sobre ambas realidades dos escritores de largo recorrido y prolíficos en su cosecha literaria: Pedro Ugarte y Jesús Ferrero, ambos presentados por otra letruda de aliento: Txani Rodríguez. Sobre el escenario, tres voces. O tres plumas. Sobre el escenario, la idea de que la literatura es capaz de hacer juegos malabares con ambos conceptos. Y no es fácil. No en vano, Martin Luther King, nos recordó a las claras que un vaso medio vacío de vino es también uno medio lleno, pero una mentira a medias de ningún modo es una media verdad.

Tiene mucho sentido la reflexión de aquel activista que tuvo un hermoso sueño, pero no cuaja en la vida real. En la calle cuarto y mitad de rabadilla de trola y embuste, bien aderezada por las imágenes adecuadas, es todo un manjar. Piénsenlo y ya me dirán.

Dejémoslo ya. Entremos de bruces en la primera pregunta que lanzó Txani sobre los dos escritores: ¿Se distinguen la verdad y la mentira en la literatura? Jesús Ferrero recordó que "la novela, en tanto género nuevo desde que vio la luz El lazarillo de Tormes, está obligada a fijarse en la vida". Puso sobre la mesa la autoficción, un género in crescendo y habló sobre una escritora que puso su nombre a la protagonista "para crear confusión".

Cuando Pedro Ugarte tomó la palabra para asegurar que "la frontera entre la verdad y la mentira es muy difusa. Una frontera muy difusa y con los aduaneros algo despistados". Comentó que si un escritor usase dos rotuladores fosforitos -uno amarillo y otro verde, por ejemplo...- para marcar la verdad y la mentira el texto quedaría entremezclado, de un color confuso. De nuevo el cajón.

Quedó claro que no son dos términos opuestos. Que se entremezclan. Y cada uno de los escritores habló de sus personajes mentirosos predilectos. Testigos de todo ello fueron la coordinadora de Bidebarrieta Kulturgunea, Begoña Morán; Inés Intxausti, enfrascada estos días con el festival FANT; Víctor González, Alicia Basterretxea, Blanca Ruiz, Pilar Elua, Pereza Madarieta, Mari Luz Fernández, Celina Pereda, Sol Aguirre, vicepresidenta de la Asociación Literaria ALEA; Pedro Mozo, Itziar Araiko, Juan Pino, Esmeralda Herlo, Andoni Renteria, Javier Gorriti, Myriam Guarrotxena, Begoña Gaztañaga, Elena Vidarte, Joseba Estrade, Bernat Vidal, artesano y presidente de Arbaso; Josu Fernández, María Jesús Goikoetxea, Maika Francia, Isabel García, Eduardo Maza, Josu Barrena e Iker López, entre otros asistentes a un encuentro que tuvo el aire de un duelo de western o de espada entre la mentira y la verdad. La primera estaba muerta, ¿se acuerdan? Cómo vamos a defender su vida si no queda nadie sobre la tierra que la idolatre y la admire a viva voz. Otro cantar, como les dije, es que algunas verdades que andan por ahí vestidas con harapos tienen una pinta que cuesta creerlas de lo lindo. En la literatura todo cabe si tiene un buen uso. Artístico.

Pedro Ugarte y Jesús Ferrero hablan sobre 'La verdad y la mentira en la literatura', en el ciclo 'Diálogos con la literatura'

La Biblioteca de Bidebarrieta acogió el encuentro, moderado por Txani Rodríguez, en la media tarde de ayer