ARA qué querré yo la vida cuando no tenga juventud", cantaba el poeta Rubén Darío, con un rapto de desesperación, si se quiere, porque es innegable que hay tiempos en los que las uvas están verdes. También es cierto que Alejandro Magno explicaba el arrebato de sus conquistas con una sentencia demoledora: si espero, perderé la audacia de la juventud. No sé si fueron estas ideas u otras las que motivaron a la Euskadiko Orkestra para organizar el concierto celebrado ayer en el Palacio Euskalduna, que bajo el epígrafe Jóvenes se proyectó con el impulso energético de Ingeteam Group, entidad que preside Teresa Madariaga. Mandaba en la tarde el vigor de la juventud, que todo lo mueve.

Fue la edad temprana la que marcó el programa anunciado, la que puso los porqués. No en vano, sonaron ayer dos obras de gran relevancia musical. La primera que lo hizo fue el Concierto para violín número 1, de Bela Bartok, una obra que descubre una cara poco conocida y plenamente romántica del autor, una exuberante partitura sobre el amor no correspondido por una joven violinista, con un primer movimiento lleno de arrebatada pasión, estrenada cincuenta años después de su composición. Esta obra de 21 minutos de duración y solo dos movimientos fue abordada por la violinista austríaca Birgit Kolar. Su energía era otro guiño de juventud aunque la concertino principal invitada de Euskadiko Orkestra ya se ha subido a los escenarios vascos liderando su sección de cuerdas en innumerables ocasiones. Se trata de una violinista de talla internacional. En 1992 fue finalista y premiada en el Concurso Internacional Yehudi Menuhin.

La segunda obra fue la Sinfonía número 1, de Mendelssohn. Su vigor e intensidad emocional, amplificados por la plenitud sonora que adquirió la orquesta en este periodo, hacen de esa sinfonía una expresión de juventud, ya que Mendelssohn la escribió con tan solo 14 años. Otra prueba de que la creación no tiene edad que la frene. Como contrapunto, dirigió las dos piezas Hans Graf, titular de Euskadiko Orkestra entre 1994 y 1996, quien regresó al atril de la misma para dirigir una programación poco frecuente. Contrapunto les decía porque Graf gasta ya 72 años de vida. Una buena prueba de que la juventud no tiene edad.

Descrito todo el panorama, diremos que el Palacio Euskalduna presentó un aspecto de día grande, si es que se puede decir algo así en tiempos de reservas como los actuales. A la cita no faltaron el consejero de Cultura, Bingen Zupiria, a la sazón presidente de la Euskadiko Orkestra; el director general de la formación, Oriol Roch; el CEO de Ingeteam Group, Adolfo Rebollo; Alex Belaustegi, Eduardo Giménez, Armando López, Igone Barriocanal, Chus Foronda, Marga Barberi, José Antonio Frade, Mari Carmen Tomé, María Jesús González, Beatriz Arroitajauregi, Carmen Salazar, Andoni Suárez, Antonio Viudez, María Isabel García, Helga Bengoa, Mercedes Lázaro, Isabel Cabestrero, José Luis Ramos, Juan Palacios, Josu Goirizelaia y una buena representación de la corte melómana de Bilbao, tierra de melodías.

Permítanme que les cuente que a Kolar le acompañó una corte de violines, encabezada por Waldemar Machmar, primer violín y ayuda de concertino, e Irene Echeveste, primer violín y primer tutti. El concierto fue vibrante de principio a fin. Pueden dar fe de todo ello Mariasun Aizpurua, Mikele Matxo, Juan Carlos Hernández, María José Etxebarria, Gonzalo Fernández, Joseba Mateos, Ainhoa Muguruza, entusiasmada al ser el primer concierto que presenciaba en su vida; Nuria Alonso, Miren Elosegui, atenta a que todo fluyese, como una directora de escena en la sombra; Luis Mendizabal, Maite Zarate y un buen número de asistentes que disfrutaron de una tarde sin edad, de una tarde inmortal para quienes aman la música.

Euskadiko Orkestra afronta dos obras de juventud: el 'Concierto para violín número 1', de Bartok y la 'Sinfonía número 1', de Mendelssohn

Hans Graf, titular de la Euskadiko Orkestra entre las temporadas 1994 y 1996, dirigió los conciertos en el Palacio Euskalduna