IDO prestada la expresión al viejo calavera, Ernest Hemingway, para envolver en el mismo celofán las dos historias que vengo a contarles. Al fin y al cabo, uno siente un rapto de nostalgia y el corazón le boxea el puño de la nostalgia: ¡ay, cuando Bilbao era una fiesta! Como el París del tío Ernest. El alegre son de txistus y tamboriles y las tardes de toros son dos celebraciones que apenas se escuchan, que apenas se ven, que se han alejado de nuestros días. Ya no hay noches que se alargan hasta que salga el sol, no hay bailes en la calles, no hay encendidos debates taurinos, no queda sino la ceniza de aquel tiempo, que esperemos, un día volverá. Es casi obligado tener fe en el ave fénix de las resurrecciones.

Vayamos por orden cronológico. El atrio del Euskal Museoa, donde Sorkunde Aiarza ejerce de emperatriz y pasta el Mikeldi en los campos de la vieja Historia, se engalanó para acoger el concierto/romería de la Banda Municipal de Txistularis de Bilbao, cargado de melodías tradicionales, de la música de la calle. A un lado los zortzikos, al otro las bilbainadas; al este, melodías para bailar; al oeste, obras para concierto. Ofrecieron un programa compuesto por melodías tradicionales de compositores clásicos (González Bastida, Ansorena, Onraita y Aranburu, entre otros) junto con ritmos de baile como el fandango y el arin-arin. En esta ocasión fue Gorka Zabaleta quien asumió la dirección y el txistu primero, puesto en la formación que suele ocupar Garikoitz Mendizabal. Junto a ambos músicos, completaron la banda Idoia Kareaga, Sabin Bikandi y Asier García, rey del atabal.

Testigos de cuanto les cuento fueron Javier Segura, regidor de la banda; David Fernández, Itiziar Madariaga y Amaia Maguregi, quienes trabajan en un proyecto audiovisual para el Euskal Museoa, Begoña Gallastegi, Alicia Gómez, María Jesús Izquierdo, Yolanda Mendiguren, Mari Carmen García, nostálgica de los pasacalles, Carmen Mendizabal, María José Zabala, Cristina Ortuzar, María Ángeles Bilbao y un reducido grupo de asistentes. Son las dimensiones de este tiempo de añoranzas en el que estamos sumergidos.

Digamos que un punto más tarde y unos metros más allá (desde la palza Unamuno a la calle Nueva...), la crónica dio un salto a la sede del Club Cocherito, institución que este año cumple los 111 de vida, toda una historia a sus espaldas. Hoy preside el Club Sabino Gutiérrez, ayer, como siempre, presente en la cita. En el coloquio invocado se hizo repaso a la temblorosa temporada de 2020 y se habló de las inciertas previsiones de la temporada de 2021. Se redondeó el encuentro con una revisión del estado de los toreros y ganaderías campantes, así como una confrontación de las corridas de toros en España y en Francia.

En carne y hueso acompañaron a Sabino en el debate el ganadero vasco Andoni Rekagorri y los aficionados Aitor Vian y Ellen Dulou. Por vía telemática se sumaron al coloquio el ganadero Victorino Martín, el periodista Iñigo Crespo , el empresario Manuel Martínez, voz de la BMF encargada de rehabilitar la vieja Vista Alegre, y el novillero Pedro Andrés. Ya están citados los ocho. Para escucharles con atención se sumaron a la fiesta Marcelino Gorbeña, Txema Rodríguez, atento a que todo fluyese bien, Gerardo Tienemann, María Mardomingo, Mari Paz López-Angulo, María Eugenia Ruiz, en el papel de anfitriona a la hora de recibir en la sede, Pedro Hernández, el fotógrafo taurino Manu de Alba, Ángel Santamaría, Rafael Asua, Javier Hernández y otro puñadito más de gente taurina. Salió humo del debate, no tengan duda.

Lo que les decía, salgamos de fiesta en esta crónica. No levantemos la voz, por favor. Es para levantar el espíritu en estos tiempos oscuros para lo que celebramos esta pequeña fiesta narrada. Hay sed de diversiones, por mucho que sepamos que no hay tierra libre.

La Banda Municipal de Txistularis de Bilbao ofreció un concierto/romería con melodías tradicionales en el Euskal Museoa

El Club Cocherito debate sobre la pasada temporada y entabla un coloquio sobre las previsiones del presente año