NO de los recursos de primeros auxilios más solventes que se conocen, el santo Grial de los socorros es la Maniobra de Heimlich, también llamada compresiones abdominales, un procedimiento empleado para desobstruir el conducto respiratorio, normalmente bloqueado por un trozo de alimento o cualquier otro objeto. Vista su eficacia, la maniobra puede utilizarse también como metáfora. Es lo que han hecho, a través de su dramaturgia, Angel Mirou y Pako Revueltas (este segundo sumando a la escritura su rol de director de teatro...), los culpablesde que ayer fuese todo un éxito la representación de la obra Maniobra Heimlich (Vomitando los 80), una pieza que se mueve entre el humor y la nostalgia, dos materias primas muy eficaces para elaborar una distracción de alta escuela.

La obra se resume en un periquete, por mucho que en escena hagan falta ochenta minutos de planteamiento, nudo y desenlace. Les cuento. Cuatro amigos actores se reúnen después de muchos años para cenar en el viejo local donde solían ensayar. Se les suma a la cita la hija de uno de ellos, a la que conocen desde pequeña. A partir de ahí emprenden un viaje en el tiempo a los años 1980-1996, una oportunidad de recordar las mejores anécdotas y revisitar la música; evocar, de nuevo, aquella revolución que se sentía al alcance de la mano y la ruptura con el régimen anterior y, en fin, invocar la vitalidad de unos jóvenes haciendo teatro en unos años que fueron convulsos, sí; pero también apasionantes.

Entre plato y plato, se revela el deterioro que trae cada cual: quien tiene éxito, pero no tiene ideas (políticas o de las otras); ella, que vende espectáculos que no crea (ni cree); él, que está perdido en una secta arborista (durante la obra lo desentraña); e Iñako, que tiene un juicio pendiente por insulto a las creencias religiosas, y busca en internet información sobre enfermedades degenerativas (es para algo que va a montar, dice). No hace falta revelar más pero les diré que Ramón Ibarra, Enriquetta Vega, Javier Barandiaran, Na Gomes y Ainhoa Artetxe lo bordan.

Si no me creen pueden preguntarles a los asistentes a a la función. Entre ellos se encontraban gente del teatro y las tablas como Asier Hormaza, Maribel Salas o Nati Ortiz de Zarate entre otros muchos; Jokin Conde, Rosa Iglesias, productora con peso en Laurentzi Producciones; Oihane Osaeta, Toñi Fernández; un grupo implicado como Bilbao Eszena y que estaba formado por Loli Fernández, Elena Santamaría, Almudena Agirre y Ana Díaz; Isabel Otalora, Begoña Muguruza, Cristina Azaceta, Aintzane Mendiguren, Alicia Etxebarria, Miren Urkijo, Ander Zudaire, Inés Olmos, Nagore Navarro, Lidia García, Izaskun Mendizabal, Inés Jauregi, Itiziar Andonegi, Mikel Otxotorena y Beatriz Jiménez entre otros.

Apenas diez minutos antes de que se apagasen las luces del teatro, la plaza del Arriaga recordaba a los viejos tiempos, cuando asistir al teatro era una fiesta de encuentros. Sí, también lo era. Por un instante se despertaba la envidia del ayer, cuando las preocupaciones eran otras. A la cita acudieron, además de los citados, Hernán Suárez, Edu Berja, Jorge Cacho, Eduardo Palacios, Gorka Uriarte, Enara Ahedo, Idoia Urionaguena, Amaia Bosque, Maider Buendía, Sara Erkiaga, Conchi Zalbidea, Cristina Bilbao, Andoni Martínez, Maite Zarate, hija de la generación de los ochenta y expectante con lo que se iba a encontrar en escena; Julen Bengoetxea, Oskar Rodríguez, Álvaro Urrutia, Ane Idigoras y así toda una corte de gente que celebraba la vida yendo al teatro, riéndose y emocionándose con los recuerdos o con la imaginación de los mismos. ¿Eran así los viejos tiempos? Parece ser que sí. De momento ayer vimos un ensayo de cómo pueden ser las buenas cosas, incluso en las horas duras. ¡Qué buena pinta tenía!

El Teatro Arriaga lleva a escena 'Maniobra Heimlich (Vomitando los 80)', una obra con la dramaturgia de Ángel Mirou y Pako Revueltas

Un aforo cercano a los 300 espectadores combatió contra el frío y el aburrimiento de la calle en una tarde entretenida