A pasado ya un cuarto de siglo desde aquel sábado, 11 de noviembre de 1995, fecha en la que Rostropovich regresaba al Bolshoi. Eran las 11 de la mañana y en el aire se respiraba emoción y tensión a partes iguales. Ayer, la atmósfera era otra en la estación de Ansio, la escogida para la conmemoración del 25 aniversario de Metro Bilbao. Recelamos de ese aire distinto porque es la vía de entrada del covid. Es más, cuantos ayer se acercaron a la celebración, todo el pasaje que iba y venía y miraba con curiosidad la ceremonia estaba cubierto por una mascarilla. Son tensiones y emociones bien distintas: por un lado, se intuía media sonrisa tras el embozo al hablar del anuncio de la llegada de una vacuna y por otro la emoción estaba contenida. No en vano, ya nadie duda que el metro será puntual como un reloj suizo ni se vislumbra la más mínima sombra de sospecha.

A día de hoy hay 45 kilómetros de territorio vizcaino sembrado con los carriles de la red Metro Bilbao, sus paradas y apeaderos; su ascensión a los cielos cuando le da el aire y su capacidad de moverse con cintura en el mundo subterráneo de Bizkaia, cubre un territorio casi reventón. Crecerá un día de estos porque, como bien comentó ayer el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria, la llegada deeste medio de transporte público tan singular, el más valorado en toda Euskadi, "nos cambió la vida. Nos cambió Bizkaia. Y nos pusimos un metro por delante en todo. En transporte público, en modernidad, en igualdad de oportunidades y en calidad de vida". Unai agradeció el órdago "a quienes lo soñaron y a quienes lo hicieron realidad. Y a quienes hacen que funcione y quienes lo utilizan día a día. Y a las instituciones que lo empujaron, construyeron y mantienen".

Antes había tomado la palabra el director de Metro Bilbao, Eneko Arruebarrena, mientras Josu Sagastagoitia, su antecesor, salía de sus cuarteles de invierno para recordar. Josu, el primer padre de la criatura repetía, sotto voce, que era necesaria la puntualidad mientras el goteo de autoridades le ponía de los nervios. Olatz Candina y Susana Palomino iban cuadrando la ceremonia, dando la bienvenida a dos trabajadores de Metro Bilbao, embajadores de todas las plantillas que son y han sido, Ianire Aguirre y Fran Ojinaga, mientras Naia Egaña miraba para que todo fluyese. A las 10.59 comenzaron los vídeos. A las once en punto pasaba el metro puntual por la pantalla. ¡Solo hacía falta que descarrilase el acto!

A la figura de Josu Sagastagoitia, me van a permitir, hay que sumar las del lehendakari José Antonio Ardanza y el diputado general de la época, Josu Bergara. Fueron el trío de ases de la época y testigos de la muchedumbre que se arremolinó en aquellos primeros viajes. Ayer todo estaba más a media luz en el andén. No caben tantos saludos con la amenaza latente. Sin embargo, a la cita no faltaron el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, la anfitriona alcaldesa de Barakaldo, Amaia del Campo y los alcaldes y alcaldesas con parada de metro en sus municipio. Así se saludaron Elixabete Uribarri, de Plen-tzia; Javier Bilbao, de Urduliz; Asier Iragorri, de Basauri; Amaia Agirre, de Getxo; Josu Bergara, de Sestao; Iban Rodríguez, de Leioa; Joseba Ramos, concejal de Santurtzi; Mikel Torres, de Portugalete; Aitziber Oliban, de Erandio y Loren Oliva, de Etxebarri. Solo los municipios de Berango y Sopela quedaron huérfanos de representación.

A la nómina hay que añadir al viceconsejero de Infraestructuras y Transportes. Planificación Territorial, Vivienda y Transportes, Pedro Marco; al subdelegado del Gobierno, Vicente Reyes, Gorka Ugalde, Miguel A. Gómez Viar, Arturo Trueba y el elenco de periodistas, equipos de gestión de los gobiernos y gente del propio Metro Bilbao que aportaron de lo suyo para que 25 años después todo fluyera y nada fallase. Y nada falló.

Los alcaldes 'con parada' y otras autoridades civiles y políticas celebraron los 25 años de vida de Metro Bilbao en la estación de Ansio

45 kilómetros es la distancia sembrada por la red de Metro Bilbao, un espacio corto que alarga la calidad de vida