van hoy o no podrán hacerlo hasta vaya usted a saber cuándo. Porque la historia que vengo a contarles se queda en suspense, habida cuenta que la hostelería baja la persiana mañana como remedio de los males que nos visitan. ¿Cocinan mal en los bares de nuestras tierras? Bien saben ustedes que no, así que debemos de ser conscientes de que si alguien ha pecado hemos sido nosotros, los santos bebedores y los disfrutones gastrónomos. Hay otra lectura, ahora que caigo. Los pintxos son pecados que descienden de la barra hacia nuestros paladares, pura tentación que nos hace la boca agua.

Les cuento todo esto recién llegado del Hotel Ilunion que dirige Álvaro Díaz-Munio, y que ayer prestó sus instalaciones para la celebración de la final del quinto Concurso de Pintxos BilbON EGIN Pintxo Txapelketa, destinado a establecimientos de hostelería que sirvan pintxos en sus barras y estén ubicados en el centro de Bilbao y convocado por la agrupación empresarial Bilbao Centro que presidente, Adolfo Lorente.

Bares con pintxos y en el centro de Bilbao. Como ustedes podrán comprender, el abanico es de colosales dimensiones, digno de las más célebre geisha de Japón. La criba abarcó tres semanas de duración, desde el 5 al 25 de octubre, y en el mismo participaron, tras una reducción digna de las más altas cocinas, 36 locales. Aún así, hubo una concentración de jugos y ayer, día de la final, eran seis los locales elegidos. Digamos, para identificar el retablo, que Simona Elena Iuga, del Sukalde; José Ramón Amondarain, del Joserra; Joana García, del Label; Susana Pérez, del Punto de Encuentro; Verónica Serrano, del Stand By y Noelia Haedo, del Sandwich & Coffee, fueron los nombres propios que trabajaron bajo la mirada crítica de dos cocineros de renombre, Ricardo Pérez e Igor Agirre que ejercieron de jurado. No tenían fácil el veredicto. No en vano, el Sukalde presentó un delicioso centollo; el Joserra, una cestita de albóndiga de bacalao al pilpil; el Label, un ravioli de cantarelus y pilpil sobre bacalao confitado; el Punto de Encuentro, delicias de puerro; el Stand By, su singular pintxo Olguis, y el Sandwich & Coffee, un taco de aguatún con crispy de yema. Los dos chefs determinaron que la albóndiga de bacalao del Joserra era el elegido, mientras que Fernando Pascual, de Viña Pomal, cuyo recuerdo templó el ánimo de los presentes (no se podía consumir ni una miga ni una gota...) dictaminó que para Bodegas Bilbainas el ravioli de cantarelus del Label fue el acreedor de un suculento premio: el peso de Joana García, su manufacturera, transformado en litros de vino. Se puso a invitar a todo el mundo a la ceremonia de entrega en las bodegas "cuando se pueda" y no alcancé a entender bien si la vecina del quinto estaba o no en la lista.

Testigos de cuanto les cuento fueron los concejales Xabier Ochandiano y Koldo Narbaiza; Olga Zulueta, speaker de la media tarde; Jorge Aio, gerente de Bilbao Centro; Janire Matilla, José Mari Amantes; Olga Lerma Rodríguez, Mónica Peláez, Óscar Martín,Cristóforo Battisti, Susana Godoy, José Gondra, Itziar Corcuera y un reducido número de asistentes que disfrutaron del desenlace de una iniciativa que puso los dientes largos a más de uno. Y eso que el desafío tenía su aquel, habida cuenta que los ingredientes eran libres, sí pero que con el fin de equiparar el rango de todos los candidatos, los pintxos presentados (al margen de su precio de venta al público, que por supuesto se pueden vender a como quieran sus autores, solo faltaba...) no deberían superar el costo de 2 euros al valorar la materia prima de los ingredientes que intervienen en su elaboración. La tarde iba rodada para la hostelería presente, pero según iban llegando las noticias del cierre hostelero las sonrisas fueron haciéndose muecas. Qué tiempos tan duros estos en los que hasta los disfrutes están contaminados.