Con esa grandeza con la que escribe, Mario Vargas Llosa construye una novela hermosa y turbadora, Tiempos recios, que trata de la maldad y las formas de conjurarla. El autor chileno, premio Nobel de Literatura y hombre con facilidad para la escritura, pasó ayer por la Sociedad Bilbaína que preside Antón Pérez-Iriondo para presentar una novela en la que cuenta y recrea el encuentro de los judíos emigrados a Estados Unidos -el creador de la empresa United Fruit y el inventor de las public relations-, que fue la causa primera de que en 1954 el Gobierno de Estados Unidos acabara con la presidencia progresista de Jacobo Árbenz en Guatemala. Vargas Llosa llegó a tiempo para recorrer la biblioteca de la Sociedad Bilbaína en cuyo libro de visitas dejó escrito unas amables palabras en las que expresa su deseo de volver un día a leer con más pausa en una biblioteca de semejante valía. En la visita le acompañaron Javier Viar, un hombre de erudita formación; el doctor Juan Goiria, vicepresidente de la Sociedad Bilbaína, y la mujer d l escritor, Isabel Preysler, así como el presidente de la institución bilbaina.Vargas Llosa empezó a contar esa historia de fraudes y dictaduras en la ya lejana pero inolvidable novela Conversación en la catedral, que estigmatizó los tiempos de Odría; ensayó luego el relato histórico múltiple, tocado de fantasía, en La guerra del fin del mundo, y volvió a la mezcla de novela política y ficción en La fiesta del chivo, retrato de la dictadura de Trujillo. Casi veinte años después, el lector de Tiempos recios reconocerá algunos hechos y personajes de esta. La novela se lee con mas soltura si uno conoce la literatura del escritor peruano.

Admiración La visita de Vargas Llosa fue todo un detalle para la Sociedad. A escucharle acudieron Rafa Soto, el notario José María Arriola, Rosa Lertxundi, Isabel Rubio, Rocío Abancini, Germán Barbier, David Acillona, Ignacio Barainca, Javier Bikarregi, Antón Pipaón, Javier Rodríguez, el arquitecto Fernando Barrio, Blanca Uriarte, Javier Aranceta, los amantes del acordeón Asier y Amagoia Loroño, Luis Eguíluz, Paula García, Javier Larena, Pedro Smichtt, Leopoldo Sánchez Gil, Teresa Querejazu, Miguel Santaolalla, Javier Abaroa, Saúl Vicente, atento para que todo fluyese; Manu Suárez, Juan Carlos Bartolomé, Alfonso Berroeta, José Ramón Basterra, José Ramón Blanco, Alberto Calderón, Ricardo Castillo, Gustavo Egusquiza, María Luisa Elorriaga, María Ángeles Izquierdo, el estudiante peruano Álvaro Jugo, Óscar Landeta, Manuel López Gil, Jesús Lorente, Ramón Molinero, el artista José Manuel Morquillas, Pepa Mugarza, Enrique Navarro, Antonio Pipán, Javier Rodríguez, Mikel Uribe-Etxebarria, José Manuel de la Sen, Fernando Pérez de la Mata, el poeta Misere Josephe y así una legión de asistentes que conocían, en su inmensa mayoría, las capacidades de Mario Vargas Llosa.