CADA río posee su sonido particular. Si alguien se para a escuchar al viejo Tíber recibirá ecos en latín, el retumbar de los desfiles triunfales de las legiones romanas y frases de los discursos de decenas de Papas. Mientras, por el Danubio fluyen melodías de vals, acordes de clavicordio y sesudas discusiones filosóficas en alemán. Y sabemos que el Nervión devuelve coros de txikiteros entonando bilbainadas, chapoteos de gabarra y sones de triki.

Pero ayer tarde, el Nervión sonó a Danubio. El foyer del Teatro Arriaga, iluminado por la gran araña del atrio y dos racimos de luz que pendían de sendas columnas, se transformó en un coqueto salón vienés, todo alfombrón y molduras crema sobre fondos burdeos.

Muchopúblico expectante, en un amplio arco de sillas tapizadas, con los resplandores de El Arenal a la espalda. Delante, un piano y dos taburetes altos con su respectivo atril. Sin micrófonos ni altavoces.

Así empezó el recital que da inicio al ciclo Beethoven y la escuela vienesa. Actuó el tenor canario Manuel Gómez Ruiz, un cantante formado en Alemania y que ha sido protagonista en los mejores auditorios internacionales. Junto a él, al piano, el maestro bilbaino Rubén Fernández Aguirre. Además, el espectáculo contó con la aportación del excelente actor de doblaje David García Vázquez, quien recitó los textos en castellano. Bajo el título de Haydn y Beethoven, maestro y alumno, los intérpretes ofrececieron un repertorio dedicado a estos dos grandes e influyentes creadores.

Gracias a ellos no solo sucedió que el Nervión hablaba como el Danubio, también se pudo acceder al lado íntimo de lo germánico. Dice el prejuicio que lo alemán es épico, imperial, arrollador. Pero eso se debe circunscribir a Wagner. Las letras de ayer hablaban de amores incondicionales y desgarrados, el piano volaba, a veces alegre y otras seductor, y el idioma de Goethe rimaba dulce y suave en la voz del tenor.

ANIVERSARIO Este 2020 se cumplen 250 años del nacimiento del gran compositor Ludwig van Beethoven, sin lugar a dudas uno de los genios de la historia de la música. Ese es motivo por el que el Arriaga pone el foco en la escuela vienesa.

Entre otras muchas personas, asistieron el exdiputado foral Tomás Uribeetxebarria o el anterior director artístico de la ABAO, Jon Paul Laka. No faltaron las habituales y Amigas del Arriaga, María Encarnado, Mari Cruz Ocerín, Begoña Martínez y Concha Jifré, así como el conocido hostelero de la Plaza Nueva Jon de Miguel, acompañado por Johana Ceballos. Vimos al pianista Alberto Fernández con Marijo Amutxategi. Acudieron los jóvenes Roland van Bowen, Yannick Tobias Walter y Suzanne Kritkoiz.

El próximo 16 de marzo, la soprano Ana Gabriella Schwedhelm y el pianista Rubén Fernández Aguirre interpretarán obras de Alma y Gustav Mahler dentro del mismo ciclo.