COMO si fuese un enigma esotérico, un mensaje en clave de ouija, el espíritu del viejo Cafe Bar Ayala, que tanto nombre tuvo en la calle Manuel Allende desde hace casi 16 años -se inauguró un 3 de octubre de 2003...-, se apareció ayer a la altura del número 45 de la calle Autonomía, “unos metros más arriba”, según la jerga bilbaina. Teletransportación, dirán los fanáticos de ese universo paralelo. Lógica, el común de los mortales.

Digamos que es normal que el vermú preparado con fórmulas dignas de Panoramix (lo investigaron incluso los integrantes del clan de Ferrá Adriá y se puede aventurar que lleva Cinzano rojo, Campari para el amargor y ginebra para las notas frescas, entre otras delicias...) y las rabas rebozadas con harina y cerveza en sartén -perdón por el secreto revelado...- encontrasen hueco en Bilbao de nuevo. Los sábados y domingos de mediodía fueron tierra conquistada por Gaizka Parcha, Rodrigo Andaur y Mario Montenegro casi desde comienzos del siglo XXI y solo la ampliación del gimnasio Up, dueño de aquellas tierras, impidió que aquel paraíso desapareciese.

Hoy la secreta fórmula pervive en la Herriko Plaza de Barakaldo, donde reinan con ese maridaje, al que ha de sumarse un buen restaurante. Pero Bilbao... ¡Ay, Bilbao! Un poco por nostalgia y otro poco por el deseo de mantener vivo ese éxito que tanto fue, los impulsores han cedido el don a Sebastián Pulgarín y Carolina Orrego, Sebas y Carol, dos de los trabajadores de los viejos tiempos que buscaban nuevas fórmulas. ¿Para qué, si esta es la buena?, parecían preguntarse todos los miembro del relevo. Barakaldo hoy exige a los promotores un trabajo a destajo. Saben que un día volverán, pero no cuándo ni dónde. De momento, la fórmula sigue.

clásicos y curiosos La inauguración de ayer atrajo a hombres y mujeres de toda condición: clásicos y curiosos. Entre ellos se encontraban Joserra Foncea, Estela Euba, María Jesús Lerma, Silvia Aparicio, Lorenzo Romero, Aitziber de Mier, Joserra Igartua, Mikel Urizar, recién llegado de la vecina Zugastinobia, junto a José María Izquierdo, Aitor Hernández y Jose Ramón Artetxe; los jóvenes Laura Dacosta, Isaac Morán y Aritz Lerma, entretenidos con los globos de la celebración; Conchi González, Hortensia Alonso, dueña del local donde hoy se posa este espíritu burlón del que les hablo, Isabel Barbero, José María Ruiz, Yeni González, Álvaro Alonso y Mangel Azpeitia entre otros.

Forjados en La Compañía del Ron Gaizka y Rodrigo hicieron del local -y por extensión, de la calle Manuel Allende, lánguida por aquel entonces en vida social- una referencia en el mundo de la coctelería, en especial en los campos del vermú. Hoy aquel duende que desapareció reaparece. Escanciándose para que se oxigene y cobre vida. ¡Póngame uno, oiga!