EN las tierras altas se asienta el imperio de la sabrosa cuchara, una querida reina para paladares exigentes, incluso en los fogones donde florece la cocina clásica. El reino tiene nombre, el restaurante San Marcos, pese a que parte de la ciudadanía lo reconoce como el restaurante que está enclavado sobre el templo del karaoke de La Boheme, un local sito en un primer piso que goza de más fama que de nombre. Quienes han visitado la basílica de San Marcos bien saben que es el principal templo católico de la ciudad de Venecia (Italia) y obra maestra de la arquitectura bizantina en el Véneto. De ahí se deduce que en la cocina que se calienta bajo ese nombre se erige una obra maestra de la cocina de ayer, de hoy y de siempre.

La taberna la inauguraron Pedro y Marisa Brezmes hace ya más de cuarenta años, en 1978. Hoy la regenta Ángel M. Brezmes, heredero, por tradición, de una larga clientela. Recién jubilada Marisa, el alma mater del local, Ángel ha realizado una reforma que va más allá que el tradicional lavado de cara, ha sido toda una rehabilitación de un local donde tampoco ha podido ganar espacio. No por nada, la reapertura, tras unos meses de obras para el cambio de fisonomía, los asiduos volvieron con ganas. No en vano, el local, con una cocina que no ha perdido un ápice de gas ni de sabrosura, se abarrotó como se dice habitualmente: hasta las cartolas.

Bastó hacer un recorrido por el lunch servido para darse cuenta que en el corazón del local habitan las mismas ideas: un cuidado exquisito por la materia prima y una mano cuidadosa y muy certera en la elaboración de los platos. Los asistentes, que a lo sumo echaban de menos un poco más de espacio, acreditan lo dicho.

como los ángeles Dejemos de marear la perdiz: se sigue comiendo como los ángeles. Darán fe de lo que digo la propia Marisa Brezmes, a quien se homenajeó en la tarde, gente cercana como Conchi Martín, Inocencio Martín, el propio Ángel M. Brezmes, Muntxita Brezmes, y Laura Martín. Pero el asunto no era solo cosa de familia y de próximos, aunque muchos de los presentes se sientan así. Hablan maravillas del citado imperio, además de los citados, Javier Martínez, Olatz Alonso, Gabriel Inclán, Elena Bravo; el txakolinero Roberto Ibarretxe, Isabel Viñas, Jesús Díes, recién llegado de Candanchú (no en vano es miembro del equipo estatal de esquí...), Amaia Uña, Ana Pardillo, Julio Díaz, Susana Tejada, Javier Marañón, Victoria Díez, Marta Fernández, Javier Hernangómez, Carlos León, Josetxu Herreros, Alberto Gallego, June Rodríguez, Cristina Palacios, Víctor Herreros, María Sánchez, José Luis Bengoetxea, Idoia Martínez, Carmen Gutiérrez, quien ensalzaba, sin cesar, la calidad del cóctel servido, María Bidaurrazaga, Almudena San Salvador, Miren Zarate y así hasta abarrotar uno de los clásicos de la muy bilbaina plaza Arriquibar.