A sus espléndidos 87 años, la gatikarra Amparo Alberdi Zarraga camina con apoyo de una muleta por el jardín de su casa en la zona de Luberrietaondo. Al cuello lleva una medalla del servicio de teleasistencia para mayor seguridad y sus perros le alertan ante cualquier invitado. Después de tres meses en los que ha vivido encerrada a cal y canto, convirtiendo su casa en un búnker para huir del covid-19, ahora disfruta, con la máxima precaución, de las visitas de sus familiares. "En tres meses no he salido de casa. No podía ir a la tienda ni ver a mis nietos. Venían a visitarme pero a través de la valla del jardín", recuerda sobre esos angustiosos momentos de separación.

Precisamente, durante los momentos más duros del confinamiento, un cúmulo de circunstancias le privó de ese sostén familiar tan importante para una persona de su edad con dificultades de movilidad y que necesitan ayuda para tareas, por ejemplo, de compras de alimentación.

"Mi hijo suele hacerme la compra en el supermercado de Mungia, pero sufrió una lesión en la pierna y tuvo que coger la baja. No podía moverse", rememora. Tampoco sus dos hijas pudieron atenderla en ese momento. "El marido de mi hermana trabaja en una funeraria y todo el núcleo familiar son personas de alto riesgo. En mi caso, trabajo en la escuela de Gatika y tengo dos niños pequeños y tampoco podíamos acercarnos", explica Eneritz Otazua, una de las hijas de Amparo. "Fueron unos momentos en los que se nos juntó todo", aclara. Después, el primer día que pudo ir a verla, acabó "llorando por no poder darle un beso", desvela.

Por este motivo decidieron ponerse en contacto con los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Gatika y una auxiliar a domicilio le acercó los recados. Un servicio dispuesto por el Consistorio para atender a las personas mayores en tareas como la compra de alimentación o productos de farmacia y que Amparo, en un primer momento, no entendía que pudiera estar a su disposición. "No quería que el Ayuntamiento pagase mi compra pero en ese momento mis hijos no podían acercarse", relata. Tras hablar con responsables municipales y aclarar la gestión del pago a través de domiciliación bancaria sin tener que dar la tarjeta a nadie, se quedó más tranquila. "Me hicieron muy bien la compra", reconoce.

Por su parte, la concejala de Servicios Sociales, Salud e Igualdad, Onintze Amezaga, señala que el objetivo fundamental del Ayuntamiento de Gatika es "mostrar cercanía y tender la mano a quien, quizá, le dé apuro pedir". Un servicio enfocado especialmente a las personas más vulnerables. "Hay de todo pero en general nuestro pueblo no abusa en estas cuestiones. Muchas son personas mayores que provienen de otra mentalidad y cultura", reflexiona. "Hasta ahora, en la crisis sanitaria ha habido vecinos que nos han pedido hacerles la compra de alimentación y farmacia y acercársela a casa. Personas mayores con poca red social. En estos momentos, transcurrida esa fase llega la emergencia social y aunque sabemos que habrá familias que lo estén pasando mal no ha habido mucha demanda. Creemos que lo peor está aún por llegar y queremos ser proactivos", señala. Y es que, durante la pandemia observaron que "muchas personas mayores solo necesitan hablar, comunicarse con alguien que les brinde unas palabras de ánimo y esperanza; un valor difícil de calcular en euros pero que emocionalmente era una inyección de solidaridad", prosigue.

En este sentido, ahora los esfuerzos del Consistorio gatikarra se centran en las situaciones de emergencia económica. "El Área de Servicios Sociales ayudará a aquellas personas del pueblo que se encuentren en situación de no poder satisfacer sus necesidades básicas o las de su familia", indica. Para ello, basta con ponerse en contacto con el Ayuntamiento y pedir hora con la trabajadora social. "Se trata de ayudar no solo económicamente, sino de asesorar e informar sobre distintas cuestiones: búsqueda de empleo, reparto de alimentos, ayudas de emergencia social, ingreso mínimo, ayuda psicológica, etc. Estudiar las necesidades de los niños de familias afectadas y ayudar a madres y padres para conciliar vida laboral y familiar. No queremos que ninguna persona de Gatika viva en soledad esta situación", concluye Amezaga.

"En tres meses no he salido de casa. Los nietos me visitaban pero desde la valla del jardín"

Vecina de Gatika

"Queremos mostrar nuestra cercanía y tender la mano a quien, quizá, le dé apuro pedir"

Concejala de Gatika

"El primer día que pude ir a ver a mi ama acabé llorando por no poder darle un beso"

Vecina de Gatika