LEZAMA. Llegado el periodo veraniego, una gran parte de los municipios vizcainos ambientan sus calles con diferentes fiestas y ferias por diversos motivos o celebraciones. En los últimos años, se ha convertido en más que habitual ver los puestos de la empresa vizcaina La Gilda del Norte en todo este tipo de eventos e incluso en festividades de Gipuzkoa. Se trata de una compañía familiar que nació hace cerca de cinco años y que en un breve periodo de tiempo se ha consolidado en el panorama de la gastronomía vasca. “Cuando hablamos de la gilda hablamos de uno de los bocados más populares en la barra de los bares de esta zona. Visto esto, mi aita que contaba con una empresa de distribución gastronómica, decidió embarcarse en este proyecto. Comenzamos poco a poco, repartiendo en establecimientos de hostelería y fuimos abriéndonos a las diferentes ferias y vimos que la gente se interesaba mucho por nuestro producto. Y de esta manera, hemos ido creciendo hasta la situación en la que estamos hoy en día”, admite la mungiarra Patricia Gutiérrez, copropietaria de La Gilda del Norte.

Actualmente, la plataforma cuenta con un enorme invernadero en Lezama en el cual producen y cultivan sus propias guindillas, toda una novedad en su día para el territorio de Bizkaia. Es en esta planta de producción donde además de sembrar y recoger se lleva a cabo el proceso de encurtimiento para su posterior almacenaje y traslado. La próxima parada para el producto es el pabellón situado en Basauri y que también pertenece a la plataforma. Allí es donde la empresa almacena el resto de productos como las anchoas, los boquerones, las aceitunas, etcétera. De igual manera, podría decirse que el pabellón de Basauri hace las veces de taller, ya que es ahí donde se preparan todas las gildas y los diferentes formatos de venta de las mismas.

Gutiérrez confiesa que la principal idea de la empresa es unificar ambas plantas en Lezama para poder optimizar el trabajo. Pero el imperio de La Gilda del Norte va más allá de la producción, la venta y la distribución. Cuenta con nada menos que tres bares en Bilbao y otro en Elorrio en los cuales, además de contar con una gran variedad de bocados elaborados a base de sus productos, la clientela puede comprarlos para llevárselos a casa.

Referentes

El salto a la hostelería callejera supuso un importante plus en el devenir de la historia de la empresa. “Abrimos los bares hace cosa de un año y hemos conseguido que la gente nos tome como una referencia. Es evidente que esto ha crecido de manera impresionante en muy poco tiempo y eso implica que la gente está contenta con nuestro producto y servicio. Ahora mismo, no sería capaz de decir dónde está el techo de nuestro proyecto, preferimos ir poco a poco y pensando en el día a día”, señala Patricia.

Próximamente, la dirección de La Gilda del Norte tiene la intención de ampliar un invernadero ecológico y autosificiente. Su fuente de energía se basará en un sistema de placas solares y su calefacción funcionará con güitos de aceituna como combustible, por lo que todo será totalmente natural.

Y es que según la joven productora mungiarra, la clave del éxito del proyecto en el cual se embarcó junto a su aita reside en una profunda reflexión a un producto tan típico como son las gildas: “Nosotros ofrecemos la garantía que ofrece un producto de nuestra tierra y elaborado en nuestra tierra. Es una vuelta de tuerca a algo que a priori es típico pero que en realidad no ha habido apenas producción autóctona. Nuestro novedoso sistema de elaboración y en general de manera de trabajar la agricultura es algo que facilita el proceso y que, evidentemente, hace que el producto brille mucho más”, indica. Las personas aficionadas a las gildas, tienen su segunda casa en los establecimientos de la plataforma, además de en las numerosas ferias en las que La Gilda del Norte ofrece sus productos para deleitar al público con sus sabores.