CON poemas recitados, cantados o interpretados por un bertsolari. Y acompañados por música en directo de violín y violonchelo, flauta travesera, acordeón y txalaparta e, incluso, de danza. Así se rindió homenaje el sábado a la figura de Blas de Otero en el municipio de Orozko. “Venía, en su adolescencia y juventud, desde su tan querido y odiado Bilbao para disfrutar en su paraíso de naturaleza, para encontrar la paz y los abrazos de su abuela materna, Pepita de Sagarminaga, y para oír el euskera que nunca pudo aprender pero que siempre llevó en su corazón”, explicó al principio del evento, Ibon Arbaiza, presidente de la Fundación Blas de Otero.

El reconocimiento a su obra y trayectoria llegó de la mano de la asociación cultural Orozkoko Batasuna Taldea y a través de un “recorrido por cinco espacios, cinco lugares de Orozko que estuvieron presentes en su vida y su poesía y desde donde podremos ver, al igual que lo hacía Blas de Otero, Gorbeia, Santa Marina, los ríos Arnauri y Altube donde se bañaba, el frontón donde jugó a pelota o la carretera a Ibarra por donde tanto le gustaba andar”, detalló la organización al numeroso público que acudió a la cita festiva y literaria, justo antes de dar inicio a la ruta.

La jornada giró en torno a las palabras en forma de una selección de 14 poesías que el autor “dedicó a su pueblo, pero también intimistas o que nos ayudan a acercarnos a la dura realidad política y social que le tocó vivir”.

El homenaje comenzó, a las 18.00 horas, en Muñoz Etxea, la casa de su familia materna “y donde pasó muchos veranos de su adolescencia y juventud leyendo libros en este huerto donde nos encontramos o mirando hacia Santa Marina”, incidió Arbaiza. Allí, los rapsodas Julio Flor y José Fernández de la Sota -con el bello sonido de fondo del violín y el violonchelo- compartieron las palabras de Blas de Otero al recitar El Huerto, Ramas de niebla, Historia de mi vida y Dadme una cinta para atar el tiempo.

En el remanso de tranquilidad de La Txopera, la flauta travesera acompañó a los versos de Nadie, A la inmensa mayoría y Biotz-begietan recitados por Rafa Muntión y Agurtzane Intxaurraga. Fue, también, el escenario donde Maialen Bilbao interpretó a la danza el poema En el principio cantado por Pablo Ibáñez.

El recorrido se detuvo después en la fuente de San Antón donde el acordeón puso música a los versos de El valle, Caminos e Ikusteko bizi a los que dieron voz Julio Flor, José Fernández de la Sota y Agurtzane Intxaurraga. La siguiente parada en el camino fue el frontón, ocupado por dos pelotaris jugando para rememorar aquellos partidos que también disputaba allí Blas de Otero. Los toques de pelota se fundieron con los de txalaparta y los versos de Hitzik ez y Euskeraz egin desagun que, en ese escenario, entonaron alumnos de la Escuela Pública y de Orozkoko Bertso Eskola.

Fotografías en el museo La jornada de homenaje a Blas de Otero, que contó también con la colaboración del Ayuntamiento y el Museo, se cerró en la plaza de Zubiaur adornada, para la ocasión, con una docena de instantáneas del autor que se podrán ver, durante las dos próximas semanas, en el Museo Etnográfico de Orozko. En el centro neurálgico de la localidad se congregaron centenares de personas para presenciar el acto final que contó con la participación de la coral Agate Deuna. El poema al que Rafa Muntión prestó su voz en ese escenario no podía ser más que Orozko descrito por Blas de Otero en sus versos como el “valle delineado por la lluvia/ incesante, liviana/ dando molde, en el lodo/ a las lentas ruedas de las carretas/ tiradas por rojos bueyes/ tras la blusa negra o rayada/ del aldeano con boina/ pequeña patria mía/ cielo de nata/ sobre verdes helechos/ la hirsuta zarzamora/ el grave roble, los castaños/ de fruncida sombra/ las rápidas laderas de pinares”. Y el broche final lo puso la cantautora Lucía Sócam que interpretó a la guitarra temas de su álbum Otero.