Arrigorriaga - El rock and roll de la escena musical vizcaina tiene un más que digno representante en la comarca de Nerbioi-Ibaizabal: Sonic Free Station. El proyecto musical surge de la unión sobre el escenario de Pedro Ortega, curtido guitarrista de Arrigorriaga, y su mujer Mari Carmen Solinís, acompañados en esta aventura por Miguel Ángel Sinobas al bajo, Said Elkhalloufi a la batería y Julián Rodríguez al piano y teclados. “Mi anterior grupo fue Woodstock Trio que hacía versiones de temas de finales de los 60 y la década de los 70 de Johnny Winter, Rory Gallagher, Moore, Blackmore... Estuvo activo unos diez años y se ganó un pequeño nombre a nivel de Bizkaia. Mi pareja también lleva muchos años cantando en formaciones como Confussion Jazz. Muchas veces nos preguntaban cuándo íbamos a hacer algo juntos pero no encontrábamos el momento, la ocasión oportuna”, explica Ortega.

Fue en 2016 “al bajar el ritmo de nuestros respectivos proyectos” cuando decidieron dar un gran paso y formar Sonic Free Station. Desde entonces han pasado algo más de dos años “en los que hemos tenido que buscar y tantear a otros músicos para completar la banda, componer y crear un repertorio, ensayar, preparar bolos...”. En este tiempo, han desplegado su sonido en citas como el Festival Amurriok, Orozko Rock, Ugao Musika Festa Mundiala, Areatza Blues and Beer, la concentración Motera Castrillo Solarna, Mordor Fest o Galdakao Torrezabal Kultur Etxea.

Con la formación ya consolidada y asentada, el proyecto sigue avanzando con la grabación de su primer trabajo. Bajo el título The train is coming, el CD saldrá a la venta, previsiblemente, en septiembre con “cinco temas propios y todos en inglés, algo que tenía muy claro Mari Carmen y que no se discutió mucho”. Algunas de las composiciones están firmadas por Marisa Carrio y otras “las hemos hecho entre mi mujer y yo” pero en todos los casos “la base es el rock and roll fusionado con funky, blues o soul” porque “aunque yo vengo de un rock un tanto macarra y me gusta mucho el heavy metal, no quería hacer lo mismo que en otras ocasiones”. El objetivo con Sonic Free Station es “que el grupo tenga su seña de identidad que nos diferencie de otras bandas del entorno y que cuando alguien escuche nuestro sonido, nos reconozca”.

Hasta que llegue septiembre, y para abrir boca, la banda ha lanzado a través de redes sociales y canales como YouTube el videoclip del tema Evil Goddes, dirigido por Aitor González Iturbe y con la colaboración, en localizaciones, guion y actuación, de Javier Chueca, ambos también de Arrigorriaga. “Teníamos claro que debíamos hacer también algo visual que entrara por los ojos. Lo comenté con Chueca y nos puso en contacto con Aitor. A partir de ahí, lo más difícil fue encontrar una fecha que nos cuadrara a todos porque la experiencia ha sido muy buena y divertida. Cada uno ha aportado sus ideas y estamos muy satisfechos con el resultado”, asegura Pedro Ortega.

El trabajo de Sonic Free Station ha sido muy intenso en este primer semestre del año “porque también hemos hecho muchos bolos” pero el verano “vamos a estar bastante parados con la mente puesta en hacer la presentación del disco en septiembre, empezar a promocionarlo e intentar acudir a festivales, aunque sea modestos, el año que viene o incluso llegar a ser teloneros de algún grupo de nombre”.

Constancia y trabajo Sería sin duda, la mejor recompensa para la formación y para la constancia y el esfuerzo personal de Pedro Ortega. A sus 46 años, si echa la vista atrás, recuerda con cariño “aquel verano del 83 cuando estaba de vacaciones en un pueblo de Toledo y un primo no dejaba de poner una cinta de Barón Rojo”. Al volver a Arrigorriaga “empecé a ahorrar dinero hasta conseguir comprarla y ahí empecé a engancharme a la música”. Al cumplir 15 años “mis padres me regalaron un amplificador y una guitarra y me inicié con los acordes por mi cuenta” pero pasado un tiempo “me di cuenta de que así no iba a llegar a ningún lado y decidí apuntarme a clases”. Su profesor fue Luis Mateos que “desde el principio me dejó muy claro que si quería tocar a cierto nivel tenía que ponerme a diario y lo hice”.

Como tantos otros, Pedro formó en su juventud “diferentes grupos con amigos” con los que llegó a tocar “en verbenas o bodas para ganar un dinerillo”. Viendo sus dotes y su habilidad, su cuñado Enrique Solinís “que también toca la guitarra aunque con un estilo más clásico” le animó a compartir sus conocimientos y dar clases. “Seguí su consejo y llevo ya unas dos décadas como profesor en la Escuela de Música Artizarra de Arrigorriaga”, precisa. En este tiempo, “he creado un método personal basado en mi aprendizaje y mi experiencia con el que estoy muy satisfecho y es una faceta con la que también disfruto mucho”. Y todo ello teniendo que hacer frente también a un problema de salud “que me dejó al 20% de mis posibilidades y que me obligó a parar de tocar un par de años” pero, una vez más, con mucha constancia en la rehabilitación, logró seguir adelante.