Laudio - Llevan en su ADN la vida en el caserío. Sobre todo, su lado más oculto. El menos conocido y que, históricamente, ha resultado incompatible con la corresponsabilidad. Pero su esfuerzo, su lucha por mantener las tradiciones y su pasión por la tierra y el ganado van ganando, poco a poco, mayor valor y visibilidad social. Así ha ocurrido durante la celebración de la última feria de San Blas de Laudio con el sencillo pero más que merecido homenaje que rindió la organización, y el numeroso público que acudió a la cita, a las mujeres baserritarras representadas en las figuras de Mª Sol Respaldiza, del caserío Ostenko, y Begoña Unzaga, del baserri Andiko. Para ambas, el reconocimiento es de justicia.

“La mujer ha tenido una vida muy dura en el baserri, muy esclava. Además de la casa, estaban los hijos, el campo, los animales... Nosotras lo hemos tenido mejor pero nuestras predecesoras tuvieron un papel muy duro ya que, en muchas familias, ellas eran las que tiraban del carro”, afirma Mª Sol. “Por eso me parece muy bien que este año se haya querido homenajear a las mujeres. Nos ha tocado hacer de todo y siempre se ha visibilizado muy poco nuestro trabajo”, apunta Begoña. Ella es un claro ejemplo de lo que implica crecer en un entorno rural donde las tareas se reparten desde la más tierna infancia, más si, como en su caso, fallece el cabeza de familia. “Yo tenía 12 años y había que ayudar en lo que se podía como ir a vender leche al barrio de Ugarte”.

A pesar de las dificultades y de que, tal y como incide Mª Sol, “en el caserío la tarea nunca se acaba”, ambas aseguran sentirse felices con el modo de vida que han tenido y que aún mantienen. “Yo sigo disfrutado mucho de todo. Hace tiempo que quitamos las vacas pero mantenemos dos cerdos y las gallinas y sigo haciendo matanza, elaborando conservas... Eso sí. ¡Ahora podemos incluso irnos de vacaciones!. Antes no sabíamos lo que era eso”, asegura Begoña.

Mª Sol, por su parte, lamenta que “hoy en día no se puede vivir exclusivamente del ganado porque por la leche te dan poco, hay que pagar para que te lleven la lana, dependes del tiempo y la tecnología es cara” por lo que su familia ha tenido que compatibilizar el caserío “con el trabajo en la fábrica”. Aún así, siguen teniendo gallinas, ovejas y cerdos. De hecho, el caserío Ostenko es el que se encarga, desde hace 19 años, de criar el animal que protagoniza la txarriboda de la feria de San Blas. “Los engordamos durante unos dos años con harina y cebada principalmente. Supone mucha dedicación y tiempo pero también ilusiona mucho colaborar, de esta manera, con esta feria”.

Y muy emocionadas vivieron Mª Sol y Begoña la última edición del festejo, sobre todo el momento en el que subieron al escenario para recibir el cariño y el aplauso del público tras presenciar el baile de un aurresku y ser distinguidas por la organización con las correspondientes placas conmemorativas, mantillas y ramos de flores. En ese momento, Mª Sol no dudó en tomar el micrófono para agradecer “a todo el pueblo de Laudio por haber hecho posible que esta feria que, empezamos con muy poco, se haya convertido en algo muy grande”. Tuvo además palabras de recuerdo hacia quienes ya no están “y que seguro estarían muy orgullosos de que su legado se mantenga” y animó “a seguir adelante igual de valientes”. Porque el objetivo sigue siendo el mismo: “que los más txikis sepan de dónde vienen realmente cosas tan ricas como los chorizos y las morcillas”.