Si hay algo que en Bermeo se cumple a rajatabla es acudir a San Juan de Gaztelugatxe cada día 24 de junio, día de San Juan. Es una costumbre que cumplen a de manera rigurosa, aunque no sin dificultad. El trayecto se debe de realizar a pie enlazando Bermeo con en el peñón en un largo viaje de ida y vuelta. Ayer, y tras dos años de complicaciones, y no solo las que ha generado el coronavirus, fueron miles las personas que acudieron a la zona y desde bien pronto a la mañana. Las medidas de seguridad establecidas por el Ayuntamiento para evitar las masificaciones hicieron que la jornada se llevara a cabo sin incidencias reseñables.Cruz Roja, Herri Babesa, Er-tzaintza y Policía Municipal de Bermeo estuvieron en Gaztelugatxe en todo momento velando porque la peregrinación no se saliera de madre. En ningún momento se vivieron escenas de masificaciones que hicieran temer por la seguridad en el entorno. De hecho, fue establecido un servicio gratuito de autobuses que transportó cada hora a los bermeotarras. Incluso aunque los locales tenían prioridad de acceso frente a los foráneos, en ningún momento hubo que aplicar esta salvedad.

Cabe recordar que hace un año se produjo un corrimiento de tierras en la zona. Y aunque el biotopo está actualmente abierto, las obras todavía no han finalizado. Para poder disfrutar del día de San Juan en Gaztelugatxe, “siguiendo criterios de geólogos y técnicos”, hubo que respetar los aforos recogidos en los protocolos de seguridad. “Así, en la isla y en las escaleras no podrán juntarse más de 340 personas”, señalaron desde la administración local. Pero no hubo que aplicar los protocolos. Ya en lo alto de la ermita, la imagen era como siempre. Teñida de mahón, con el santo lugar abierto a las misas y la pequeña txosna instalada por los voluntarios que cuidan del enclave y que ofrecían a los presentes comida y bebida.

“Se nota que había ganas de poder volver a Gaztelugatxe con normalidad”, advertían. Las misas se sucedieron una tras otra: la más madrugadora fue a las 6.30 horas de la mañana, mientras las siguientes fueron a las 7.30, 08.30, 10.30, 11.30 y a las 12.30 horas.

No en vano, “han sido años de complicaciones”, acertaban a señalar, en los que no se ha podido disfrutar del peñón y su increíble entorno en todo su esplendor. “Y no solo por el coronavirus, también por el derrumbe que cortó el acceso a la ermita, y que ha afectado lo suyo”, explicaron. Aún así, los voluntarios de Gaztelugatxe confiaron en “que vengan años mejores y que se pueda cumplir la tradición como siempre la hemos conocido”. Que así sea.