El sector primario sigue estando muy presente en una comarca con una gran riqueza natural y en donde aún predominan muchos ámbitos eminentemente rurales. Es el caso de la localidad de Zeberio donde nació, vive y reside Aitor Azkueta Buendía que hace una década decidió dar un giro a la actividad que, tradicionalmente, su familia desarrollaba en el caserío Olarreko, del barrio de Saldarian. “En casa siempre ha habido vacas y, sobre todo, ovejas y vendíamos la leche. Pero cada vez se pagaba menos y algo había que hacer”, explica.
Tras finalizar la ESO y hacer un curso de soldadura, Aitor decidió hacer, en 2012, un curso de elaboración de queso en la Escuela de Pastores de Arantzazu y después adaptar el caserío “para empezar a elaborar y vender queso Idiazabal”. Por entonces tenía solo 21 años, pero este joven zeberiotarra tenía ya claro que su futuro laboral y personal iban a tomar esa dirección. En la actualidad cuenta con un rebaño de 300 ovejas de raza latxa y produce “entre 3.000 y 4.000 kilos al año de queso” que vende, sobre todo, en ferias como la de Gernika o la que tiene lugar todos los sábados en el Arenal de Bilbao. Es, sin duda, una vida muy sacrificada, sobre todo en invierno “cuando empiezan a nacer los corderos, después empieza la época de ordeño y seguido la elaboración de los quesos”, pero “es lo que he vivido desde pequeño y a lo que me quiero dedicar”, afirma.
Una transformación del caserío es, también, lo que decidieron hacer en 1985 los hermanos Ibarretxe Zorriketa, en la propiedad familiar de Zaratamo. Desde que contrajeron matrimonio, sus aitas, Agustín y Pilar, vivían en el baserri Uriondo de la ganadería y la venta de leche, pero “no querían que sus hijos llevaran una vida tan esclava, querían que estudiaran”, explica Isabel Viñas, mujer de Roberto. Uno de ellos hizo Ingeniería y Roberto se decantó por Psicología, en Donostia. “Allí entró en contacto con txakolineros guipuzcoanos que le animaron a implantar esta actividad que ya conocía la familia porque, en sus tiempos, elaboraban txakoli en Zaratamo para consumo propio”.
La idea de Roberto fue aceptada por la familia y la cuadra del caserío fue transformada en una bodega y los pastos y huertos en un viñedo que alcanza las 2 hectáreas de superficie. “En 1989 se saca una partida pequeña con el primer txakoli de la Bodega Uriondo” y hoy en día la cosecha ronda en torno a los 15.000 kilos de uva al año.
Un punto de inflexión para el negocio familiar fue la toma de contacto con André Tamers, “que importa vinos a EE.UU. y que a día de hoy nos compra el 60% de la producción, mientras que el restante 40% se vende, sobre todo, en Bizkaia”. La Bodega Uriondo está integrada en la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina y entre sus logros está la cosecha de 2019, que obtuvo 91 puntos del crítico norteamericano Robert Parker en su boletín Wine Advocate.