OS abrumó la fuerza con la que el coronavirus arrolló sobre todo desde marzo. En Enkarterri se formó un muro desde distintos ámbitos para tratar de contener la pandemia. Un trabajo muchas veces desinteresado y sin horarios que agradecen los XIII Laboral Kutxa DEIA Hemendik Sariak personificándolo en nueve personas, asociaciones o entidades, pero que es extensible a todos aquellos que llevan luchando desde marzo y preparando el terreno mejorando la organización en la medida de lo posible para prevenir ante próximas olas que puedan llegar antes de que la vacuna inmunice a los ciudadanos.

Seis comercios de Gordexola -las panaderías Hermanos del Valle e Hijos de Lafragua, el hipermercado Mi Alcampo, la carnicería Juantxu, la farmacia Hernández Orcajada y el kiosco Urkatx- siguieron levantando la persiana en medio de la preocupación para suministrar elementos de primera necesidad. De la misma manera que la explotación de agricultura ecológica Artzentales-eko, que se reorientó hacia los repartos a domicilio para que los hogares encerrados para cortar la cadena de transmisión dispusieran de alimentos frescos de temporada. El Banco de Alimentos de Sopuerta ha intensificado su actividad incrementando la cantidad de comida que han hecho llegar hasta la puerta de los hogares en riesgo de exclusión con el objetivo primordial de que nadie se quede sin poder alimentarse.

Entre tanto, la enfermera Miriam Zurimendi se empleaba al máximo desde el ambulatorio de Alonsotegi para atender no solo los casos de covid-19, sino también las urgencias del día a día que la pandemia parece haber relegado a un segundo plano. Los usuarios de las residencias Isasti Gorabide de Lanestosa y Emilia Mitxelena de Turtzioz han sobrellevado la cuarentena con un comportamiento ejemplar pese a las restricciones, mientras las plantillas de trabajadores extremaban el cuidado para no introducir el virus.

Y el proyecto Compartimos un café ha abierto una ventana tecnológica para combatir la soledad de las mujeres mayores, más que nunca en estos momentos.

Movilización inédita

Las redes ciudadanas fueron parte esencial en la pandemia. Se atravesaba una emergencia y enseguida se pusieron manos a la obra para aportar lo necesario para proteger a sanitarios, establecimientos comerciales y otros sectores que se mantuvieron al pie del cañón, al mismo tiempo que prestaban asistencia a las familias más vulnerables. La Cruz Roja de Enkarterri ha reclutado al mayor número de voluntarios de su historia, que se ofrecieron a trabajar para mantener en funcionamiento el centro de logística de Güeñes, que centralizaba la ayuda. La creación de la plataforma de makers encendió impresoras en tres dimensiones por toda la comarca las 24 horas del día en el principio del encierro para fabricar pantallas que se distribuyeron a negocios esenciales y servicios sanitarios cuando todavía no había acceso a dispositivos de protección adecuados. Todos ellos son la seña de identidad de Enkarterri.