Pase lo que pase, el 16 de julio es un día tremendamente especial en Santurtzi. Ayer no fue excepción, aunque los santurtziarras se movieron entre la contención ante la situación actual que vive la localidad con la pandemia -ayer se detectaron 31 positivos en el municipio-, la devoción por una jornada tan emotiva en el municipio y la esperanza de que el próximo 16 de julio se parezca mucho más a los vividos, por ejemplo, en 2018 y 2019. Así, el color morado y los trajes de sardinera y arrantzal ganaron protagonismo en las calles de una localidad que, sin olvidar la gravedad de la situación actual, quiso romper ligeramente con la rutina pandémica para volver a mostrar, en la medida que se puede, su espíritu y carácter marinero.A primera hora de la mañana ya se veía que el ambiente no sería el de antaño. No se mezclaban los rostros cansados y de resaca de algunos con la vitalidad de aquellos que ya habían presenciado el rosario de la aurora, actividad que, normalmente, da inicio a la festividad de El Carmen a las 7.00 horas y que ayer no se celebró. La actividad comenzó en Santurtzi a las 10.00 horas con la celebración en el parque central de un mercado agrícola que llenó el corazón de Santur tzi de los mejores productos del agro vasco. El mercado, poco a poco, fue tomando color y temperatura y, a media mañana, se superaban las expectativas marcadas. “Quizá esté vendiendo algo más de lo esperado. Me está sorprendiendo la cantidad de gente que está viniendo y el santurtziarra, normalmente, es de esos que si viene, compra”, explicó Unai Bilbao de Etxerriaga Sagardotegia eta Txakoli de Zornotza. Pese a todo, los índices de venta son inferiores a antes de la pandemia. “Se vende menos, en nuestro caso, porque por normativa sanitaria no podemos dar a probar”, indicó Unai. A su lado, Janire Goikouria vendía pastel vasco entre otros productos y coincidía con el análisis de Unai. “Ahora se vende menos que antes de la pandemia, la gente sigue con miedo, pero la verdad es que aquí a Santurtzi está viniendo más gente de la esperada”, señaló esta mujer.

Poco a poco, la localidad fue tomando color ya que ayer no era día laborable en Santurtzi. El de El Carmen es un día de vivir en familia o en cuadrilla. Jon, Estela y Jone bajaron desde Mamariga al centro de Santurtzi en una jornada festiva pero extraña, extraña pero festiva. “Es un día raro porque siendo el día que es, lógicamente, no se ve ni tanta gente ni tanto ambiente en la calle como de costumbre. Nuestro plan es ir a las barracas, ir al mercado y dar una vuelta”, señalaron mientras lucían sus trajes de arrantzal y sardinera. Los vestidos de sardinera fueron tomando las calles tímidamente porque hay quienes no fallan con esta cita. Es el caso de Mariasun Casas, Begoña Martínez y María Isabel Leginagoikoa. “Nosotras nos vestimos siempre de sardineras y este año no es excepción. Hay que dar un poco de color y alegría al pueblo porque llevamos un año y medio pasándolo muy mal todos”, indicaron. Su plan era el de dar una vuelta e ir a comer con más amigas.

Porque Santurtzi, al igual que el resto de la sociedad necesita levantar la cabeza, sonreír tímidamente y levantar el ánimo en mitad de una pandemia que está siendo especialmente virulenta con el municipio marinero. Animarse y aquellos que así lo crean, agarrarse a la fe. Ayer los creyentes no pudieron presenciar la procesión de la Virgen de El Carmen, una actividad que, cada año, antes de la pandemia, reunía a cerca de 40.000 personas, pero sí pudieron tener un acto mucho menos vistoso y más íntimo; ver a la Virgen del Carmen en el interior de la iglesia de San Jorge. Para ello se creó un protocolo de seguridad para que los feligreses hiciesen cola y fuesen accediendo poco a poco y sin aglomeraciones al templo santurtziarra. De esta manera, aquellas personas más devotas pudieron cumplir con su cita anual con la copatrona de Santurtzi.

Mientras aún había gente esperando a entrar a ver a la Virgen del Carmen, la Banda de Santurtzi se encargó de poner sonido, ritmo y color a la matinal con un pasacalles en el que interpretaron canciones populares de la localidad. Porque bajo las mascarillas también se pueden cantar esas canciones que tanto arraigo tienen en el municipio, porque pese a las múltiples restricciones existentes a día de hoy, hay muchas formas de cumplir con la tradición de Santurtzi en su día grande. Ya a la noche, a partir de las 20.30 horas, la localidad vivió otro momento muy especial con el concierto que ofreció Teodoro Terradillos, Tolín, la voz que en el último cuarto de siglo más ha resonado en las fiestas de El Carmen de Santurtzi.

El artista celebró de esta manera sus 25 años sobre los escenarios y lo hizo con la ayuda de la Banda de Txistularis de la localidad y con su gente, con parte de sus vecinos. Así, con el ritmo de Tolín acompañado de su sonrisa, Santurtzi apuró los últimos momentos de su día de El Carmen, una jornada condicionada por la pandemia y que los santurtziarras vivieron entre la contención pro la situación actual, la devoción y la esperanza de que el año que viene se pueda celebrar más y, sobre todo, mejor.