La Encartada Moda regresa con mascarilla y test de antígenos para las y los modelos y volviendo a sus orígenes, como reza el lema del evento que ha dado cita en el museo de Balmaseda a jóvenes talentos vizcainos a la vanguardia del diseño. Desfiles, performances que incidió en la relación entre comercio y ética en el sector y apuntó hacia un cambio de paradigma de apuesta por la calidad y el valor de lo artesanal por encima de las prendas fabricadas en masa con fecha de caducidad. Esta fue la gran inauguración de una iniciativa que regresará el viernes hasta el 4 de julio. Y es que esta antigua fábrica textil expondrá una selección de creaciones de los diseñadores participantes que mostrará quince trabajos diferentes y se complementará con la proyección de audiovisuales y las obras de artistas como Andrea Box López, Laino Bilbao, Marga Santiago y SKFK.

La organización de actividades de esta envergadura en plena pandemia "es una locura, pero había que hacerlo", contó el sábado el diseñador Alberto Etxebarrieta, coordinador de la cita con la moda impulsada por la Diputación. El "planteamiento más internacional" con que La Encartada Moda se presentó en 2019 ha evolucionado hacia una vuelta a las raíces de lo local. La tarde del sábado las puertas de La Encartada se abrieron a las 17.00 horas para el público. Los asientos se adjudicaron mediante sorteo para cumplir con el aforo y la pasarela se dividió en dos ambientes, entre máquinas y telares. Las modelos descendieron de la planta superior en un ascensor con puertas transparentes que con el juego de luces pensado para la ocasión adquirió un tono violeta. Exhibieron su trabajo a lo largo de la tarde Gonna Cabona, Lavik, Sara Peligros y Udaondo, de INEDI design School; Eli-Two, de Kutxa Kultur, Julene Gregorio + Sutan e Ifeelnut + Pedrusco en tres bloques entre los cuales se produjeron la performance de Nenita Danger y una mesa redonda sobre comercio, ética y moda.performance

¿Y ahora qué? Bajo este título reflexionaron el óptico Imanol Carretero¿Y ahora qué?, que fundó su propia marca de gafas (Gu·Da Eyewear), Gema Gómez, que apuesta por una moda sostenible a través de Slow Fashion Next; Jon Curutchet, de SKFK, y Joseba Edesa y Laurita Siles, de la asociación Mutur Beltz de Karrantza que recupera la lana de la oveja autóctona carranzana cara negra y la sabiduría del pastoreo. Al concluir sus estudios, Imanol Carretero se percató de que una sola marca controlaba cerca del 90% del mercado mundial de las gafas y de que la solución a la más mínima avería pasaba por cambiar de modelo y comprar otras nuevas. "En materiales y engranajes existe mucha obsolescencia programada, no hay recambios. Luchar contra eso me parece de sentido común", expuso. Lo hizo fundando su propia empresa, que fabrica las gafas a medida. En estos momentos trabaja también con "residuos reciclados" para minimizar las afecciones a la naturaleza.

Después de dedicar "seis años en París y en dos cadenas en España", los viajes a Asia le abrieron los ojos a Gema Gómez sobre "el impacto de la profesión que yo amaba". El resultado de sus reflexiones cuajó en un proyecto de moda sostenible que arrancó en septiembre de 2011, pero "las modificaciones han de producirse de forma colectiva si de verdad queremos conseguir avances", porque "no hay recursos para satisfacer este sistema, los grandes continúan produciendo y el planeta tiene un límite", además de que "todo se basa en el poliéster, que expande microplásticos" incumpliendo una regla que considera básica: "que el producto no se transforme en residuo".

Jon Curutchet trasladó esas reflexiones a SKFK, que "había nacido en 1997 como una marca convencional" y en 2009 desarrolló un diagnóstico en la misma línea de sostenibilidad "para dar una respuesta al sobreconsumo textil". Desde entonces han puesto en marcha, entre otras iniciativas, "una plataforma de alquiler con el objetivo de alargar la vida útil de las prendas". "La clientela joven se muestra más sensible a la autenticidad de los productos, pero en el otro extremo está el auge de las cadenas de consumo rápido", como se puede comprobar con las largas colas a la puerta de la tienda de una de ellas recientemente inaugurada en Bilbao.

Justo en La Encartada también se puso de largo ante el público la iniciativa que se gestó en Karrantza. Joseba Edesa y Laurita levantaron un proyecto de vida basado en la lana de la oveja carranzana cara negra. La lana "debe tratarse como una materia prima", afirman. La compran por "un euro cada oveja, el máximo que se paga en el Estado", en catorce caseríos del valle, tras esquilarlas. "Desarrollamos un tejido de futuro con lana vasca". Ahora, contemplan atreverse con los nórdicos. Vanguardia y diseño de la mano de la sostenibilidad, el futuro que se puede disfrutar ya en La Encartada.