"Agotadas todas las vías administrativas” de recogida de firmas, mociones en plenos, peticiones de reunión y recurso al Ararteko, ha llegado el momento de dar otro tipo de pasos para expresar el descontento por lo que consideran abandono de la línea de tren Santander-Bilbao. El descontento ciudadano se agudizó con la supresión de trenes en pandemia que impide ir y volver a la ciudad el mismo día. El que de momento no se haya producido un anuncio por parte de Renfe de la recuperación de las frecuencias ha supuesto el detonante para que desde la plataforma ciudadana en defensa de este ferrocarril se planteen iniciar movilizaciones. Lo debatirán en la asamblea convocada para esa tarde desde las 19.00 horas en las vías de la estación de Karrantza, en el barrio de Ambasaguas.Después de analizar la situación actual del servicio ferroviario que conecta las capitales vizcaina y cántabra y discurre también por Artzentales, Karrantza, Zalla, Güeñes y Alonsotegi, se pasará a una tormenta de ideas para debatir “qué más podemos hacer para que nos oigan” y se barajará poner fecha para sendas concentraciones en Bilbao y Santander. Asimismo, habrá actividades como taller de pancartas y reparto de folletos y camisetas.

Reivindican un transporte público “accesible y de calidad en nuestras comarcas”, tanto del lado cántabro como del vasco que evite situaciones como las que narran los propios usuarios: “Viven en Bilbao y su familia en Ramales. Los fines de semana se desplazan allí, pero el viernes que su madre no puede llevarlos cogen el tren. Pues ya no hay tren por la tarde y el autobús no es una opción, puesto que no va directo, sino que para en Zalla o Laredo para allí enlazar con otro. Los domingos sucede lo mismo, el único tren hacia Bilbao sale a las 8.00 horas, con lo cual el fin de semana con la familia se ve reducido a un solo día”.

Las obras de ampliación de los túneles de Arroyo y Callejo a la altura de Otxaran, Zalla, para electrificar el tendido obligan a realizar transbordos entre Aranguren y Karrantza hasta julio.

Pero, “ni siquiera volviendo a la frecuencia anterior de tres viajes al día podemos darnos por satisfechos porque el servicio sigue siendo muy deficiente”, señala el alcalde de Karrantza, Raúl Palacio. Un ejemplo reciente del aislamiento de las personas mayores o quienes no disponen de vehículo propio lo constituye la odisea para llegar al BEC para vacunarse. Vecinos de entre 70 y 79 años pudieron ser inoculados en el valle “y agradecemos a Osakidetza la consideración”, pero el problema persiste en otras franjas edad, que se ven obligados a “pedir favores a familia y amigos o recurren al taxi”.