Pocas cosas debe de haber más difíciles que emigrar. Coger las maletas llenas de muchos recuerdos y unas cuantas pertenencias y poner rumbo a lo desconocido con el único propósito de lograr una vida mejor. Entre los más de 27.000 habitantes de Sestao hay un buen puñado de historias de personas que dejaron todo atrás para buscar en la localidad sestaoarra una vida más próspera.

Cuando la persona que emigra es una mujer, aún a día de hoy, sigue contando con más obstáculos si cabe que un hombre y un ejemplo de ello es la senegalesa Rama Diagné. Cuando tenía 32 años tomó la difícil decisión de dejar su país para embarcarse en una nueva historia que, sin saberlo, tendría a Sestao como escenario principal. "Vine hace doce años y contaba con la ventaja de que aquí estaba mi pareja, pero aún así fue algo duro. Llegué sin saber el idioma, hay que adaptarse a unas nuevas costumbres, encontrar trabajo... Los primeros meses lloré mucho", rememora Rama. Ahora, doce años después, ha logrado aquello por lo que decidió dejar a su familia en Senegal e iniciar una nueva vida en Euskadi, ya que tiene tres hijos y regenta un locutorio. "Antes era más extraño, pero cada vez migran más mujeres. Cada vez que veo a una chica joven migrante venir al locutorio, no puedo evitar recordar mis primeros meses aquí", señala Rama. El suyo es un viaje de ida, pero sin vuelta, porque Rama está completamente decidida a acabar sus días en Sestao, su pueblo. "Nací en Senegal, pero soy de Sestao. Mis tres hijos son vascos, tengo mi trabajo y soy feliz aquí. Me quedaré toda la vida, aquí en Sestao", reconoce esta mujer. A lo largo de estos doce años que lleva viviendo en Sestao, Rama ha conseguido conocer el carácter de los sestaoarras, a quienes define como "muy solidarios. La gente de Sestao, al principio, es muy reservada, pero cuando te ganas su confianza son muy solidarios", explica esta mujer senegalesa de 44 años.

Para cuando Rama aterrizó en Sestao allá por 2008, Alicia Ares llevaba toda una vida en el municipio. No en vano, esta mujer nacida en la localidad lucense de Vilalba lleva medio siglo residiendo en Sestao. Ella, en su día, no tuvo que hacer un viaje tan largo como el de Rama, pero también tuvo que dejar a parte de su familia en su localidad natal para comenzar una nueva vida. Ella tenía 22 años cuando decidió dejar Vilalba y llegar a Sestao. "No fue una decisión fácil, pero ya vivían mis dos hermanas aquí y eso me lo hizo todo mucho más fácil", reconoce. Lo que, en principio, iba a ser una aventura con viaje de vuelta a Galicia, se convirtió en una estancia permanente, ya que encontró el amor en Sestao. Aquí ha formado una familia a la que ha inculcado, también la cultura gallega. Y es que Alicia es una sestaoarra con un marcado acento gallego pese a los 50 años que lleva viviendo en Sestao. "Claro, el acento no se pierde porque en casa seguimos hablando en gallego", explica Alicia, quien es una de las 26.000 personas que, según los últimos estudios tiene el gallego como lengua materna en Bizkaia.

Las historias de Rama y Alicia pueden verse, junto a las de otras vecinas de Sestao migrantes, hasta el próximo 1 de abril en la exposición Mujeres de Aquí-Bertokoak, organizada por Zabalketa. Sestao es la primera parada de esta muestra que, posteriormente, recalará en municipios como Getxo, Leioa, Barakaldo y Portugalete.