La del martes fue una jornada muy intensa en Portugalete, villa que, tras casi dos semanas en la zona roja por contagios de coronavirus, bajó de los 500 casos de incidencia. Esa buena noticia que llegó pasado el mediodía permitiría, a priori, que la hostelería jarrillera pudiese volver a abrir el viernes, pero poco después se hizo oficial el fallo por el que el TSJPV tumbaba el cierre de la hostelería en los municipios situados en la zona roja de contagios, una medida que entra hoy en vigor. En mitad de esta situación, el primer edil de Portugalete, Mikel Torres, se mostró "agradecido a la ciudadanía por su conducta porque ha sido clave para experimentar un descenso de los contagios".

Portugalete acaba de salir de la zona roja tras haber estado casi dos semanas por encima de los 500 casos de incidencia. ¿Esperaba una salida tan rápida de la zona crítica?

—Entramos muy tarde, de hecho fuimos el último municipio en entrar en la zona roja de los de nuestro entorno. Durante estos días, dentro de la situación preocupante, no hemos alcanzado picos de contagio muy alejados de los 500 casos por cada 100.000 habitantes, de hecho, en nuestro punto más alto marcamos 554. Llevábamos cinco o seis días experimentando una bajada constante de la incidencia y hoy —por ayer— ya hemos salido de esa zona roja. En este punto hay que agradecer a los jarrilleros su actitud, por norma general, ejemplar. Su buen hacer ha sido la clave para que hayamos salido ya de la zona roja, porque tenemos que tener claro que las medidas que se imponen no funcionan sin la cooperación de la ciudadanía.

Han entrado dos veces en la zona roja y en ambas ocasiones se ha seguido un mismo patrón: entrada tardía respecto al entorno y una salida más rápida que el resto de localidades.

—Sí, se puede decir que la tendencia ha sido muy similar en ambas ocasiones. La vez anterior que entramos en zona roja también fuimos de los últimos en entrar y de los primeros en salir. En ninguna de las dos ocasiones hemos tenido tasas de incidencia que se hayan disparado por encima de los 600 o más como ha ocurrido en otros municipios. Ahora esperamos que la tasa de contagio siga bajando en nuestra villa.

Este descenso no quiere decir que haya que relajarse.

—Ni mucho menos. Sería un error que nos relajásemos. La experiencia nos ha enseñado que relajarse es la antesala de que el virus vuelva con virulencia, así que no hay que relajarse si no queremos volver a dar pasos para atrás. Tenemos que tratar de disfrutar de nuestra villa, del día a día, y convivir con la situación sanitaria que tenemos ahora mismo, pero sin dar lugar a relajaciones y siendo responsables como la inmensa mayoría de la ciudadanía de Portugalete lo ha sido hasta ahora.

La salida de la zona roja permitía, en principio, que los locales hosteleros abriesen el viernes, pero el fallo del TSJPV autorizando la apertura de los establecimientos en zona roja posibilita que la hostelería jarrillera pueda abrir hoy. ¿Le ha sorprendido el pronunciamiento judicial?

—Ciertamente no me ha sorprendido porque considero que la hostelería cuenta con argumentos para defender el seguir abierta. En su día ya manifesté que me parecía injusto que las medidas se centrasen en este sector y que se optase por el cierre total de la actividad. Creo que podrían haberse tomado otras medidas intermedias antes del cierre total como, por ejemplo, poner unos horarios de apertura más reducidos que los que ya se han establecido, pero la medida del cierre total de la hostelería me parece que es intentar matar moscas a cañonazos.

Llevamos casi un año con constantes cambios debidos a la pandemia. ¿Cómo se gestiona un Ayuntamiento en mitad de una situación tan incierta y cambiante?

—Para un Ayuntamiento, que dependemos de lo que decreten instancias superiores, está siendo muy complicado gestionar todos los constantes cambios que está habiendo desde el inicio de la pandemia. Porque son cambios que, además, se dan en un margen de tiempo muy estrecho. El tener que cerrar instalaciones deportivas o la hostelería del municipio conlleva unas labores que tenemos que hacer de forma muy rápida. Eso hace que la gestión municipal sea muy complicada y que, en ocasiones, haya que improvisar. Aunque también hay que decir que empezamos a acostumbrarnos a trabajar en estas condiciones tan especiales.

"Creo que se podían haber tomado medidas intermedias antes del cierre total de la hostelería"