área recreativa de Bolunburuplayas vizcainas casi al límite de su aforo

"Otros años solemos ir a la playa, pero esta vez nos da miedo por el coronavirus. Aquí nos sentimos más seguros porque no hay ningún problema para mantener la distancia social y hay sitios de sombra", contó Delia Martínez, preparada para darse un chapuzón en el Kadagua, cerca de la orilla y asegurándose de tocar el fondo en todo momento para evitar sustos. "Aunque el agua está muy fría, a los niños les encanta venir y que nos quedemos a comer", desveló. Eligió un rincón próximo a la ermita de Santa Ana, del siglo XVII, una de las joyas patrimoniales de Bolunburu, restaurada el año pasado por la Diputación Foral de Bizkaia. La obra ha permitido que bañistas y senderistas puedan transitar con seguridad, puesto que una valla protege el edificio ante el riesgo de derrumbe. Justo delante, una casa torre da testimonio de las luchas libradas en la Edad Media. En esta extensión de "unas ochenta hectáreas" perviven también los vestigios de una ferrería y molino del siglo XVIII que se nutrían de la fuerza del cauce. Un cartel de la asociación Tu Prójimo Enkarterri recuerda que por aquí discurre el Camino de Santiago Olvidado -procedente de Bilbao en dirección a Balmaseda- e invita a los peregrinos a dar su opinión en una encuesta que puede descargarse al teléfono móvil mediante un código QR.

"Es el pulmón verde de Zalla, un tesoro ecológico por la cantidad de hábitats representados", según destacaron desde el Ayuntamiento. La agrupación ecologista local Otsoaren Taldea tiene completados numerosos estudios sobre la biodiversidad de Bolunburu, documentando la presencia, por ejemplo, del caracol de Quimper, especie que solo se puede encontrar en la cornisa cantábrica y una reducida franja del oeste de Francia, o el murciélago grande de herradura, que está protegido a nivel europeo.

"Nos da más tranquilidad"

Las hermanas sestaoarras Olga e Isabel Rodríguez ya conocían el paraje antes de este verano tan peculiar y "nos encanta". "Nos da más tranquilidad que la playa", señalaron. Carlos Abásolo y Maribel Sainz-Ezkerra, naturales de Zalla, se llevaron sus tumbonas para disfrutar del día con total comodidad. "Venimos solo por la mañana, ya para comer nos resulta más cómodo ir a casa", indicaron. "Siempre cumpliendo todas las normas de seguridad", este es "el sitio ideal" dadas las actuales circunstancias sanitarias.

La misma opinión que comparte Merche Alkorta, que reside en Bilbao. "Conocí Bolunburu por una amiga y vengo a menudo, me encanta. De hecho, me gusta aún más dar un paseo en invierno", opinaba. Siempre lo hace acompañada por sus dos perras, que se divierten de lo lindo. Así recarga las pilas para un otoño que se presenta incierto por la situación sanitaria y económica. Y es que en la capital vizcaina "se ven muchos bares cerrados" y la llegada de turistas ha descendido de forma drástica con respecto a otros ejercicios. "Está todo vacío, me da pena... Y no sabemos lo que ocurrirá cuando empiecen los colegios y la gente vuelva a trabajar después de las vacaciones", valoró.

Los fines de semana hasta el 15 de septiembre los vecinos de Zalla que quieran aparcar en Bolunburu deben disponer de una tarjeta que regule la entrada, que se puede solicitar en el SAC. Los visitantes pueden entrar por el aparcamiento del Longar o, en transporte público, tomando la línea de Bizkaibus entre Bilbao y Balmaseda o en tren, en el trayecto Bilbao-Balmaseda. Ambas se detienen en el barrio de Ibarra.