Los vídeos del curso sobre Internet impartido por Deitze San Vicente durante el confinamiento todavía se pueden consultar en el canal de Youtube del Ayuntamiento, Zalla Info, "accediendo a una lista de reproducción denominada seguridad informática". La perito judicial, técnico superior en sistemas informáticos en red y gamer local guió a las personas que se apuntaron por el universo web que la pandemia ha situado en un papel protagonista en la rutina y parece que por mucho tiempo.

¿Cómo ha sobrellevado la cuarentena a nivel personal?

—Se me hizo duro, porque soy una persona que va al gimnasio, a la que le gusta salir. Los primeros días lo pasé mal, nos quedamos todos como en shock, pero entiendes que es por algo necesario y que es egoísta quejarse cuando hay mucha gente enferma. He encontrado mi punto de apoyo en los videojuegos, gracias a eso he gestionado bastante mejor la ansiedad de estar encerrada. No solo yo, sino también mi grupo de amigos porque al jugar juntos hablamos y nos desahogamos. Además, hacemos videollamadas todos los días. Aunque no equivale a encontrarnos en persona, nos vemos y psicológicamente nos ayuda, porque nos echamos de menos.

¿Podemos sacar algo en positivo de esta etapa?

—De todo se aprende y es lo que nos va a hacer más fuertes de cara al futuro. Me gustaría recalcar que no tengamos miedo a las nuevas tecnologías porque no son el enemigo, no nos van a sustituir, sino que nos están ayudando, las necesitamos. Imaginaos esta situación sin poder recurrir al teletrabajo. Muchísima gente se ha quedado en paro desgraciadamente, pero otras han podido seguir desde casa.

¿Nos va a cambiar la forma de vida en esa dirección?

—Creo que sí. Estamos viendo una nueva forma de futuro. Todos hemos empezado con un ordenador. Yo al principio tampoco sabía y ahora no puedo vivir sin él. Realmente, resulta más fácil de lo que creemos. La gente mayor igual piensa que cómo lo van a intentar a su edad y luego igual resulta que descubren un mundo que ni siquiera sabían que existía.

¿Y a efectos laborales?

—Yo misma he trabajado a distancia y ahora hemos comprobado que es posible. Si una persona por la circunstancia que sea no puede ir a clase, se puede recurrir a la tecnología para que no pierda materia. El teletrabajo nos ha ofrecido un abanico de oportunidades, sobre todo para gente que no cuenta con un espacio físico y puede realizar así su actividad laboral. Por ejemplo, una tienda pequeña puede establecerse on line y generar así una oportunidad de negocio. Hablo de situaciones como la que estamos viviendo, porque, por otro lado, también tenemos que socializar. Las relaciones personales son muy relevantes incluso a la hora de producir. De lo contrario, todo el rato cerrados con el ordenador acabaríamos embotellados en una habitación y nos volveríamos locos. En la hora de descanso de la oficina vas a tomar un café, charlas... Noto la falta de todo eso.

En estos meses, además, confluyen el trabajo y las clases de los más pequeños a distancia.

—Sinceramente, al principio cuesta establecer una rutina en casa. Ponerse delante del ordenador agota y, más, si tienes niños o un familiar mayor detrás. Viene bien concienciarse de que son unas horas de trabajo, intentar que hagan los deberes a la misma hora y que entiendan que los adultos están ocupados.

¿Hay que controlar qué páginas web visitan los niños?

—Si optamos por la prohibición no nos van a hacer caso. Al contrario, van a querer hacerlo más. Está bien que tengan un horario para clases y ocio, pero también que, aunque estemos en una situación complicada, que lo complementen con otras actividades.

¿Ha crecido el riesgo de caer en adicción al juego por la reclusión?

—Depende de cómo se planifiquen los horarios. Al no poder dedicarnos a otras actividades, como salidas al aire libre, pueden producirse casos de niños que estén jugando más. En esta situación se han creado plataformas. Yo conozco una llamada Juego contra el virus, que ha organizado torneos en horas específicas para evitar precisamente que se cree una adicción.

¿Qué contenidos ofrecía el curso que ha dado junto con el Ayuntamiento de Zalla?

—Durante cuatro semanas, subí tres vídeos semanales: lunes, miércoles y viernes, cada semana era temática. La primera hablé sobre el ciberacoso y los riesgos de Internet -grooming, es decir, cuando alguien adulto se hace pasar por menor para extorsionarle o conseguir imágenes suyas llegar incluso a cometer abuso en persona-, o sexting, otra semana trató sobre ciberseguridad básica para enseñar cómo mirar si un fichero contiene virus€ con el fin de que se conozcan los diferentes tipos de virus o el riesgo de no tener activado el Firewall en el ordenador. Luego, continuando con esa mecánica, abordamos cómo evitar el robo de identidad en la red, ya que a veces dejamos la contraseña guardada en el ordenador y hasta el número de tarjeta al realizar las compras a través de Internet.

¿Con el confinamiento se ha acrecentado el riesgo de sufrir robos o estafas?

—Sí, además la gente está tan aburrida de estar encerrada que, esto es una exageración que yo hago, pero, realmente, los casos de ciberdelincuencia han aumentado muchísimo más de lo que pensamos. A nosotros solo nos llega un mail que dice que han intentado acceder a nuestra contraseña, pero el proceso hasta encontrarnos se remonta más lejos, con una o varias personas detrás. Este tipo de ataque puede concretarse mediante fuerza bruta. Es decir, cogen una lista de usuarios y contraseñas de algún sitio vulnerable, por ejemplo, y cruzan los datos hasta que hacen coincidir alguno y ya consiguen el acceso a tu cuenta de correo electrónico.

¿Cómo podemos protegernos?

—Lo más sencillo es no hacer ni caso nunca a los mensajes. Si contestamos estamos dando una señal de que la cuenta está en uso y eso también es peligroso. Igual recibimos mensajes de un pedido que no hemos encargado o que nos ha tocado un premio de 500 euros. ¿Quién te va a regalar 500 euros, y menos en los tiempos que corren? En ese mail, aparte de comprobar que lo hemos abierto, hacemos click y en ese enlace, aparte de que nos podemos infectar con cualquier cosa que no conocemos, nos invitan a introducir nuestros datos personales, dicen que para realizar el envío. Con lo cual, ya estamos poniendo en bandeja el número de la tarjeta. No somos conscientes realmente del peligro que entraña. Además, aconsejo cambiar la contraseña por una que no se pueda adivinar fácilmente. Descartemos los nombres de nuestros hijos, nuestro perro y otro tipo de datos personales o los números uno, dos tres, cuatro seguidos. Esto lo he visto varias veces...

"Hemos comprobado que se puede trabajar a distancia, pero, por otro lado, las relaciones personales son muy relevantes"

"Los casos de ciberdelincuencia han aumentado muchísimo más de lo que pensamos durante el confinamiento"

"No debemos responder mensajes extraños, dejar guardadas contraseñas o números de tarjeta ni tener códigos fáciles de adivinar"