Las psicólogas Albia Lobato -experta en psicoterapia con niños, adolescentes y jóvenes adultos y que orienta a padres, madres y profesionales de su entorno- e Irene Ovelar -especializada en personas adultas, parejas, familia y psicóloga perinatal- tienden la mano para atravesar la montaña rusa mental del coronavirus. Resuelven desde su consulta de Zalla las dudas ciudadanas que les llegan al mail psicologiaenkarterri@gmail.com y comparten las conclusiones en vídeos que se emiten en el perfil de Facebook de la Mancomunidad de las Encartaciones a raíz de que “el presidente contactara con nosotras”. Con la progresiva flexibilización del confinamiento, abordan el reto de volver a la calle sin relajar las medidas de prevención. Dentro de unos años, se recordará esta etapa “como una experiencia de la vida de la que hablar y contar a los que vengan; pero la mayoría vamos a salir sanos y estables”, tranquiliza Albia.

Es cierto que “a las personas que de por sí tuvieran cierta tendencia a la hipocondría les puede costar más, como antes”, valora Irene. Si “el miedo y la ansiedad repercuten en exceso en nuestro día a día, si nos preocupamos constantemente, nos encontramos muy limitados y no somos capaces ni siquiera de bajar a hacer la compra” hay que pedir ayuda profesional. Durante estos meses “tratamos de evitar las emociones más negativas, pero asumiendo de alguna manera que es lo que toca”, explica. A diferencia de quien arrastrara ya “una patología más ansiosa o depresiva cuya sintomatología haya aumentado este estado de confinamiento”. La ansiedad y la depresión “cuentan con una buena carga somática”. En las personas adultas suelen manifestarse con “dificultades para dormir bien, dolores musculares, de tripa, diarreas, cefaleas o erupciones en la piel”. En menores “dolores de tripa, cefaleas que expresan más de manera conductual, con rabietas o apatía”. En la adolescencia “la somatización se parece mucho a la edad adulta, pero tienden a expresarlo con desmotivación”. “Las emociones negativas forman parte de la vida no existen grandes trucos ni recetas”, si bien recomienda “no tratar de taparlas porque si no van a salir más adelante; y si podemos compartirlas, mejor”. Así que aconseja recurrir “a los recursos que nos hayan funcionado antes: ejercicio, lectura… cada persona sabe qué le viene mejor”.

Los niños no olvidarán esta etapa, pero ¿influirá en su futuro desarrollo? “No debemos exagerar, en estos meses estamos transmitiendo calma a las familias. No va a marcarles más que cualquier experiencia que hayan tenido y vayan a tener a lo largo de su vida. Gracias a esas experiencias, aunque acarreen una connotación negativa, aprenden y crecen”, afirma Albia Lobato. “En todas las etapas educativas podemos parar, rebajar las expectativas y centrarnos en lo que realmente importa. Recuperarán lo que no han estudiado estos meses. No va a ser un drama. El cuidar y disfrutar de los nuestros no se aprende en los libros, sino que se experimenta”, señala con respecto a la exigencia que supone para las familias compatibilizar el teletrabajo con las clases a distancia. Algo positivo ha traído la tecnología, que permite mantener el contacto con los seres queridos en el confinamiento, una opción “recomendable también para que los niños vean a sus amigos”.

Prueba de convivencia

Y pasar tanto tiempo en casa ha situado a las parejas frente a una prueba. “Se ha producido un reencuentro. Dentro de eso, habrá quien se encuentre muy a gusto” al haber podido “valorar cosas que se estaban perdiendo por el frenético ritmo de vida actual. La mayoría de la gente valora eso positivamente”, expone Irene. Por el contrario, también se encontrarán casos de parejas que “se hayan dado cuenta de que no les apetece seguir compartiendo su vida”.