La agenda de cita previa se llenó en el centro de estética Silvia de Zalla en cuanto concretaron la fecha para reanudar su actividad tras casi dos meses de confinamiento. La clientela las echaba de menos y viceversa, pero ante la gravedad de la situación sanitaria se han cerciorado de adoptar estrictos protocolos de higiene y distanciamiento social como paso previo a levantar la persiana. Igual que el resto de comercios de la comarca que se han enfrentado desde el lunes a la realidad que impone el coronavirus.

Ataviada con mascarilla y una visera protectora, Olga Sánchez rocía con desinfectante el pomo de la puerta antes de abrir a quien aguarda en la calle y repite el ritual cuando se despiden junto con una desinfección profunda. "Intentamos que no coincidan dos personas a la vez dentro del local" espaciando las horas concertadas para los tratamientos estéticos, "aunque a veces nos quede media hora muerta en medio o sobre sitio". Más vale prevenir en un sector que propicia más contacto físico, comparte su compañera Silvia Cereceda, quien agradece la respuesta que están recibiendo en su regreso.

En la librería, papelería y tienda de complementos Alea, Raquel Larrañaga instaló una mampara y un dispensador de gel desinfectante frente al mostrador. "Al principio no me ubicaba", reconoce, pero siempre tuvo claro que debía primar la seguridad. Los zallarras acuden "a por material escolar, regalos y a darse un pequeño capricho" en estos meses que les están poniendo a prueba. En cambio, no se puede predecir si renovarán el armario para un verano en el que no se sabe en qué condiciones se podrá pisar la playa. "No hay mucha gente, cuando tuvimos que cerrar todavía no habían traído la ropa de temporada", explican en la tienda de ropa Versus.

Durante la cuarentena sí que se ha mantenido abierta la despensa de Josu al tratarse de un establecimiento esencial. Josu Medina, que se ofreció a colaborar con la Cruz Roja proporcionando alimentos, ha ejercido "también un poco de psicólogo porque la gente termina derrumbándose". Además, previene contra "la falsa sensación de normalidad que se palpa estos días con la puesta en funcionamiento de las terrazas". "El virus sigue ahí, parece que no somos conscientes de que sigue muriendo gente. El funcionamiento de antes no va a volver, al menos a corto plazo", pronostica mientras en la calle una persona espera su turno respetando la distancia de seguridad. Por ello, en la terraza del bar Nuevo Arlekin dos clientes que prefieren no identificarse se sentaban a tomar el aperitivo con mascarilla y guantes. "Aún hay bastantes bares cerrados en el pueblo y la ciudadanía sigue teniendo miedo. Debemos mantener la precaución porque queda camino por delante", advierte, destacando la importancia de no retroceder y echar a perder las semanas de dura cuarentena.

En la comarca desean que, de extraer algún punto positivo del covid-19 sea el refuerzo de las relaciones personales entre vecinos y, en lo que se refiere al sector, que el comercio local salga fortalecido de la crisis. "Los vecinos están respondiendo muy bien, las calles van recuperando su luz y eso es fundamental", indica Gonzalo Santamaría, de Balmadenda. La asociación ha cumplido la promesa que realizaron en un vídeo que tenía de banda sonora Resistiré, la canción de el Dúo Dinámico que ha sonado desde mediados de marzo.

Bonodenda La villa ha activado una campaña de Bonodenda que persigue revitalizar a los establecimientos en la etapa nada fácil que se avecina. Entre el 1 y el 30 de junio se podrá obtener un bono por cada tique de compras de mínimo veinte o cincuenta euros que reportarán un ahorro de diez o veinte euros respectivamente. La iniciativa cuenta con un presupuesto total de 20.000 euros y complementa a otras medidas como la campaña Kaleak pizten, la difusión de información acerca los comercios y establecimientos de hostelería a través de una nueva página web www.kaleakpizten.balmaseando.eus.