N las visitas que llevaron a cabo por explotaciones y caseríos les contaron que antaño los trenes viajaban llenos de cerezas recolectadas en Zalla hacia Bilbao o municipios de los alrededores. Es una imagen de la Red de Semillas de Euskadi que no quiere que se quede del todo en el pasado. Para ello, han elaborado un estudio “pionero en el ámbito local”, que pretende mantener y poner en valor el saber agrícola acumulado durante generaciones.

En este sentido, “Zalla es un municipio pionero en el reparto de frutales” resultante de la divulgación del informe entre la ciudadanía. Y también afortunado, puesto que las recetas infalibles de los mayores se han preservado a través de las generaciones”, según destacó el miembros de la Red de Semillas de Euskadi Joseba Ibargurengoitia. No obstante, también representa un ejemplo “muy claro” de la “falta de relevo generacional” para tomar las riendas de las labores del campo.

En los últimos cuatro años “hemos entrevistado gente en los baserris, hemos impartido formaciones en poda, injerto, talleres escolares” que se complementan con actividades habituales: “ecopaseos inclusivos, asistencia a mercados o catas divulgativas con agricultores”.

Ya desde el principio “los agentes locales con los que contamos en Zalla nos avisaron del potencial existente. “Existen recetas, historias de vida, biodiversidad y conocimiento”, concuerda Esti Pérez Castro, que se ha involucrado en la investigación relativa a los frutales y expuso el estudio al completo por la ausencia de su compañera Rosina.

“Hemos caracterizado cada variedad de una tierra que aporta personalidad, añade sobre el estudio. En Zalla han encontrado “semilleros de cebolla, puerro o el mejuelo para pimientos”. Y es que en Zalla “al contrario de lo que hemos apreciado en otros lugares, la gente elabora su propia planta” para continuar con la producción. Sobre la cebolla, “¿se llama morada o roja?”, preguntó a los asistentes, uno de los cuales respondió que el nombre morada que ha cobrado relevancia por el cuidado de los productores locales y su uso en las mesas de los restaurantes más selectos se utiliza desde un período relativamente reciente. En el apartado de las leguminosas, han contabilizado, entre otras, “alubia, vaina roja y verde de Buenos Aires, o haba” y reconocen su asombro “con la calidad del pimiento choricero” preparado en Zalla “con muchas recetas para asarlo y luego albardarlo para comer de entrante”. Los “pimientos de asar, guindillas o guindillones, como aquí se les llama, destacan por su tamaño. Al igual que los tomates “hasta el punto de que he visto cómo aquí la gente ingenia mecanismos para que aguante el peso y no se caigan al suelo mientras están creciendo”. A principios de los años ochenta “se realizó un estudio, se llevaron la semilla de tomate enano y en los noventa apareció por ahí un tomate de Zalla”, cuenta Esti.

Sobre los frutales, han inventariado manzanas “aciprés, ortabeta, landetxo, de Mungia o San Pedro”. Peras “de agosto, peruquillo, San Miguel o de invierno”. Cerezas de variedades “San Isidro, tardía de San Isidro, Aguirre, negritas, corazón rojo o blanca”. A la Red de Semillas de Euskadi le ha llamado la atención “la cantidad de topónimos en euskera” que han identificado en la agricultura de Zalla. Avellanos o castaños “han padecido más el efecto de las enfermedades”. Las uvas “son una maravilla, pero se está perdiendo mucho al no pertenecer a la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina”.

De los testimonios de vecinos se quedan con el sabor de que “se vivía en contacto con la naturaleza”, desde el uso de la huerta “hasta subirse a los árboles” o el recurrir a sidra y txakoli de elaboración propia cuando no se disponía de acceso al suministro de agua potable. Pone como ejemplo a Ana Mari Blanco, “que nos relataba cómo en su casa las hojas de las acelgas se daban a las gallinas”.