Portugalete - El pasado jueves, Pilar Álvarez acudió a la gala de entrega de los premios de escaparatismo de Portugalete sin tener la más mínima idea de que ella sería la gran protagonista de la velada. Y es que el escaparate que lució a finales de diciembre el Taller de Artes Plásticas Artelan, escuela que Pilar fundó allá por 1988, fue el que más gustó al jurado. Se quedaron prendados de esa composición en la que predominaba el negro, pero solo con el propósito de ensalzar la luz del profesor que figuraba en el mismo. "No me esperaba para nada ganar, fue toda una sorpresa. El escaparate era un tributo a los profesores", reconoce esta mujer que lleva tres décadas inculcando el arte a los niños y mayores de la villa jarrillera.

No era la primera vez que tomaba parte en este certamen, de hecho, una de las preguntas recurrente de su alumnado cuando llega la fecha es la de qué escaparate va a crear. "Para mí es todo un premio que el alumnado se interese por el escaparate que vamos a crear", afirma esta santurtziarra que lleva dos décadas residiendo en Portugalete. Durante el concurso, Pilar pudo ver alguno de los escaparates que otros establecimientos de la villa habían creado para la ocasión y asegura que "había un gran nivel. El escaparate es un atractivo y creo que para potenciar nuestro comercio debemos potenciar también su escaparatismo".

La de Pilar es la historia de una persona que ha hecho de su vocación su modo de vida, de expresión y de relacionarse con el mundo. Todo ello, además, aliñado con grandes dosis de decisión. Porque Pilar echó a andar Artelan cuando aún estaba acabando la carrera de Bellas Artes. "Fuimos la primera escuela de artes plásticas de Portugalete y tuvimos una acogida impresionante", recuerda esta mujer quien en estas tres décadas ha formado en materia artística a muchos jarrilleros. "Ahora ya vienen los hijos de los que fueron nuestros primeros alumnos, para nosotros son ya como nuestros nietos", afirma esta mujer que, desde bien pequeñita, sabía que se quería dedicar al mundo de la pintura y lo hace de la forma que más le gusta; enseñando a los demás. "Para mí es más gratificante enseñar a alguien a pintar que exponer mis propias obras. Esto es lo que realmente me gusta", señala Pilar que mantiene la "ilusión del primer día" tres décadas después.

En todo este proceso de ser docente artística, uno de los aspectos más bonitos, según subraya, es ver cómo los alumnos van mejorando. "Es especialmente bonito ver cómo los niños se sienten mayores creando", apunta esta mujer que defiende el arte como "una terapia. Además aporta, entre otros aspectos, capacidad de concentración y abstracción". Eso se puede ver claramente en las sesiones en las que, niños y mayores, pintan en Artelan. "Es impresionante verles en silencio, concentrados y mezclados niños con mayores aprendiendo", expone Pilar.

Tiempo libre Cuando algo es una pasión, acaba ocupando parte del tiempo libre de las personas aunque estas vivan trabajando en aquello que aman. Eso mismo le ocurre a Pilar, quien aprovecha las mañanas que su trabajo en Artelan le deja libres para pintar, para crear. "Pinto en mis mañanas libres porque pintar es una necesidad para mí. Necesito crear, hacer cosas que salgan de dentro de mí", indica la impulsora de Artelan. Una de sus últimas creaciones fue ese escaparate que lució su establecimiento durante la recta final del pasado mes de diciembre, una obra que el concurso de escaparatismo de Portugalete reconoció con su premio como un escaparate con mucho arte.