Barakaldo - Dicen que “año nuevo, vida nueva”, pero en el caso de Humberto Estébanez, el secretario municipal del Ayuntamiento de Barakaldo, esa nueva vida va a dar comienzo antes de que el almanaque de 2019 consuma su última hoja. Se jubila. Deja atrás casi cuatro décadas de labor en el ente público y 18 años como secretario municipal del Ayuntamiento de Barakaldo. El de noviembre fue su último pleno, el último de los muchos que ha tenido que supervisar. “Ahora, estos últimos días están siendo de rematar cosas. Estoy bajando gradualmente las horas de trabajo”, reconoce este hombre de 63 años que inició su carrera en la institución pública en 1981, en el Ayuntamiento de Ermua.

En el Consistorio ermuarra vivió de primera mano cómo, tras la dictadura, el sistema municipal estaba en pañales y, en aquella primera legislatura de la era democrática, había que sentar las bases para que todo funcionase. “Quizá uno de los mayores cambios en la estructura municipal, es que en los 80 apenas había iniciativas de Acción Social a nivel municipal y ahora es uno de los pilares más fuertes del día a día del Ayuntamiento”, asegura este bilbaino con fuertes raíces tanto en Santurtzi como en Barakaldo. Aquella experiencia en Ermua fue la primera toma de contacto de Humberto con un cargo de máxima responsabilidad, ya que los secretarios municipales son una pieza básica para que los Consistorios funcionen. “El secretario municipal tiene tres grandes funciones: dar fe pública y asesoramiento legal al Ayuntamiento, actividad institucional como todo lo relacionado con las mociones del pleno y colaborar con la gestión del Consistorio”, explica Humberto, quien, tras pasar por Ermua, recaló en el Ayuntamiento de Erandio en 1983.

Si la situación cuando entró en Ermua como secretario accidental era atípica por tratarse de la primera legislatura tras la dictadura, en Erandio la situación también era poco usual, puesto que al frente del Consistorio se encontraba una gestora, puesto que Erandio estaba en plena desanexión de Bilbao. Por su parte, en 1986 también colaboró en la creación de Surposa, la Sociedad Pública de Urbanismo del Ayuntamiento de Portugalete para, después, dar el salto al Gobierno vasco donde fue asesor de vicelehendakaritza entre 1987 y 1993. Mientras tanto, realizó la oposición de habilitados nacionales, algo que, al aprobar el ciclo superior, le permitiría ser secretario municipal en Consistorios de localidades de más de 20.000 habitantes. “Lo que más me gusta de ser secretario municipal es que la labor que realizas se puede ver en el día a día”, apunta.

Ya en 1993, llegó al Ayuntamiento de Portugalete para desempeñar como secretario municipal, cargo que ostentó hasta 2001 cuando dio el salto a Barakaldo. “Llegar aquí fue colmar todas mis expectativas profesionales. Ha sido todo un honor haber desempeñado esta labor durante 18 años”, indica Humberto. Un tiempo en el que la localidad fabril ha contado con hasta cuatro alcaldes, pero que siempre han estado guiados y asesorados por Humberto. “Un secretario municipal tiene que tener muy interiorizado que puede guiar y aconsejar a los políticos, pero que, finalmente, las decisiones no son suyas”, explica este hombre que, durante toda su carrera profesional ha desempeñado una labor que no tenía ni horario fijo ni, en muchos casos, fines de semana libres. Ahora, cuando remate esos últimos detalles, le llegará el tiempo de descansar porque Humberto cede el testigo al frente de la secretaría municipal fabril.