Muskiz - Seguro que en Ikea han oído el chiste del monologuista Leo Harlem en el que aseguraba que las albóndigas de sus restaurantes estaban hechas con la gente que no era capaz de salir de sus intrincados recorridos. Lo que tal vez no conozcan los responsables del fabricante sueco de muebles es que sus catálogos son oro molido para manos inquietas como las de Gloria Orbea, una aguerrida jubilada que lleva casi cuarenta años enganchada al reciclaje activo, léase reutilización, que no es si no darle una segunda oportunidad a un residuo, sea este de tela, de papel, cartón madera o metal. En sus manos se convierten en productos sorprendentes. “Allí por donde pasa, los colegios se llenan de arbolitos de navidad hechos con los catálogos de la marca sueca”, comenta Goiuri Arroyo, hija de Gloria. Con ella comparte militancia ambientalista en la asociación Zero Waste de Muskiz dedicada a promover un desarrollo sostenible desde perspectivas diversas que van desde la compra kilómetro cero o grupales hasta el reciclaje, especialmente sensibilizados con el tema del plástico, y la reutilización fomentando el mercado de segunda mano.
“Yo empecé hace unos cuarenta años con el estaño cuando vi un espejo que estaba adornado con este material y me dije: bueno, solo tengo que perder tiempo. Luego fui pasando por distintos materiales. La llegada de Internet fue para mí muy importante para ver las posibilidades que ofrece la reutilización de todo tipo de materiales y lo que hacen otras personas con ellos. En mi vocabulario no existe el usar y tirar. Siempre le doy una vuelta para reconvertir un residuo en un producto nuevo, aunque muchas veces resulta que miras en Internet y ya estaba inventado”, señala con gracia esta antigua secretaria nacida en Sopela que reconoce ponerse contenta los días de invierno con viento. “No veas la de telas de paraguas rotos que me encuentro”, sonríe pícaramente, consciente de que su fortuna es el infortunio de su anterior propietario. Pero no solo telas de paraguas utiliza esta mujer para confeccionar sus más que reconocidos bolsos o sacos y pendientes.
Papel, cartón, botellas de plástico, canillas de hilo, latas de refrescos, cedés, cápsulas de café, tapones de corcho, bolsas de chuches, bolsas de café, rolones de desodorante, pinzas rotas de madera o plástico y una larga y variada lista de materiales que para el resto de los mortales se antojan un desecho listo para llevar a un colorido contenedor, pero se convierten en las manos de Gloria en objetos simpáticos a la vez que utilizables. Bolsos pendientes, cajas, adornos y un largo etcétera de elementos que bien podrían ponerse a la venta en algún establecimiento.
Sin embargo, esta dicharachera artista se siente recompensada ayudando a otras personas a iniciarse en manualidades que den una nueva oportunidad a envases y otros productos de desecho. En la actualidad, Gloria que no acepta que piensen que tiene síndrome de Diógenes, imparte clases de reutilización y manualidades en dos centros de jubilados de Barakaldo y en el Colegio Público Cantarrana de la localidad de Muskiz, donde reside su hija y donde radica la asociación ambientalista Zero Waste con la que colabora.
De carácter jovial, Gloria derrocha vitalidad y además de desarrollar su compromiso con la sostenibilidad ambiental y la enseñanza de manualidades en base al reciclaje y la reutilización, aún tiene tiempo para disfrutar de su gran pasión: el baile. “Yo si puedo voy a bailar todos los días. Desde tango argentino hasta sevillanas pasando por euskal dantza que doy en Sopelana hasta danza del vientre que voy a impartir en Barakaldo“, desvela esta mujer que todos los domingos va a la sala Sonora a bailar. “Creo que soy la única que pide baile. Antes me miraban raro pero ahora ya me conocen”, comenta Gloria quien es incapaza de calcular las horas que dedica a dar una nueva oportunidad a lo que otros tiran.