Sestao - La sala de exposiciones de la Escuela de Música de Sestao se convertirá desde hoy y hasta el día 22 de febrero en altavoz y testimonio gráfico de la tremenda realidad que sufren millones de personas que han cambiado súbitamente su filiación como ciudadanos por la abrumadora condición de refugiados sean económicos, políticos o bélicos. “Se trata de una muestra que recoge los efectos de los conflictos a lo largo del planeta, así como de la represión, y el exilio de pueblos desterrados agravado por la reciente espiral de violencia. Ello configuran un escenario mundial que exige un compromiso mayor y más decidido con la defensa del derecho de asilo y con la protección de las personas refugiadas”, señala un portavoz de la organización Ongi Etorri Errefuxiatuak de Sestao.

Según destacan desde la organización la muestra se compone de una colección pequeña de 9 fotos del fotógrafo Eduardo Rivas, profesional que retrató los primeros campos de refugiados de Grecia, y una colección de varios autores, voluntarios de Open Arms en los barcos Golfo azzurro y Salvamar Hamal. Entre ellos se encuentran documentos gráficos de Óscar Camps, Sergio Covelo y María Villar quienes pusieron rostro a este cruento fenómeno que a 30 de junio de 2017, afectaba a más de 70 millones “de personas desplazadas de manera forzada debido a los conflictos, la pobreza, la persecución y la violencia. Son datos de Acnur”, reseñan desde OEE Sestao, miembros de una organización sin ánimo de lucro que surge hace unos años ante el aumento del desplazamiento forzado en el mundo. “Desde la Asamblea de OEE-Sestao queremos mostrar un pedacito del camino que recorren estas personas que tan solo buscan una vida mejor. Queremos poner cara y nombre a los números que aparecen en las estadísticas y dar voz a aquellas que la perdieron en el camino. Luchamos por los derechos de las personas migrantes y denunciamos la pasividad de las instituciones ante dicha situación”, proclaman.

La progresiva impermeabilización de las fronteras y la apuesta por medidas cada vez más contundentes de externalización del control de las migraciones han convertido la travesía del Mediterráneo en la más peligrosa del planeta. En 2018, más de tres mil personas perdieron la vida en sus aguas cuando navegaban hacia las costas europeas y tantas otras vidas que no podemos contabilizar. “A través de las fotografías nos transportamos a un momento pasado de sus vidas, de su travesía. Muchas perdieron la vida en el intento, pero queda esperanza para las que lo consiguieron. Tienen por delante un futuro lleno de oportunidades y está en manos de todos brindárselo. ¿Qué puedo hacer yo?”, plantean.