Duerme entre algodones, en su propia cuadra y sobre un colchón hecho a medida de serrín y paja de medio metro de profundidad. Una auténtica cama viscoelástica para un animal de dimensiones colosales. Se llama Paloma-Diamantidis y tiene catorce años. Vive en el barrio Atxarte de Urduliz”, expone su propietario, el urduliztarra José Antonio Sistiaga.Su segundo nombre es de origen griego en honor a uno de los mejores jugadores de baloncesto de la historia de Grecia, Dimitris Diamantidis, aunque no llega a alcanzar la estatura de 1,96 metros del base de Kastoriá. Sin embargo, su magnitud llama la atención. Es lo que le pasó a José Antonio cuando le vio en un mercado de ganado. “Me gustó mucho su tamaño”, recuerda. En este sentido, José Antonio vio desde el primer momento el potencial de un animal que puede llegar a ser récord Guinness y convertirse “en la vaca más grande del mundo”. No en vano, hay pocos ejemplares en el planeta de esta magnitud. Hace un par de años, en Abadiño, la vaca Handi también rondó la tonelada y media de peso, pero esta vez creen que Paloma-Diamantidis le va a superar.

Nacida en 2008 en Aretxabaleta, es de raza blonda de Aquitania y procede de la ganadería de Aritz Kortabarria, del caserío Torrene de la localidad guipuzcoana. “Es 100% vasca, nacida en Euskadi, aunque la raza tenga procedencia francesa”, aclara Sistiaga, que la define como un ejemplar “dócil y manso” que además ha concursado en eventos de genética. El día a día de Paloma-Diamantidis transcurre en un entorno privilegiado, pastando en los amplios terrenos de Atxarte y con todos los cuidados que requiere un animal de estas características.

Llegó a Urduliz hace dos años justo al inicio de la pandemia. Desde entonces, le han criado con mucho “mimo y dedicación”. Cuando llegó pesaba 1.080 kilos. Desde entonces, ha engordado casi media tonelada. Y es que a diario no le falta de nada. “Come cada día cerca de 20 kilos de pienso y 30 de forraje. Además bebe sobre 60 litros diarios de agua”, detalla Sistiaga.

Por su parte, Jon Ander Zornotza, de la carnicería de Urduliz, perteneciente al grupo Bihotza y que ha comprado al animal, se muestra entusiasmado con el ejemplar. Cuando la sacrifiquen creen que “va a llegar a superar los 1.000 kilos en canal”, todo un nuevo hito. “Siempre ando buscando vacas de gran tamaño y cuando me enteré del ejemplar de José Antonio, llegamos a un acuerdo”, relata. “Todo queda en casa”, agrega Sistiaga.

Con el objetivo de darle a conocer en el pueblo, tienen previsto presentarla en sociedad el próximo 9 de abril frente a la carnicería de Urduliz, ubicada junto a la zona del metro, en compañía de otro coloso, un buey de 1.980 kilos.

Lechera de Urduliz

Sobre esta línea, en el caserío Axpe conocen a la perfección el mundo de la ganadería desde hace décadas. Especialmente, la cría de ejemplares vacunos destinados a la venta de leche. No en vano, María Elisa Fano, Marieli, la amama de la casa, fue la lechera del pueblo durante un cuarto de siglo. “Empecé a repartir en 1970 y me jubilé en 1994. Ahora hace años que lo dejé coincidiendo con el nacimiento de mi hijo”, recuerda sobre aquellos inicios a bordo de un Renault 4 latas cargado a diario con 300 litros de leche. Se levantaba temprano y recorría los barrios de la localidad: Labetzes, San Fermín, Cuatro Caminos, San Valentín, La Estación y Maruxas, además de acudir dos veces por semana a la vecina Sopela. “Salía a las 8.30 horas y volvía a las 14.00 horas”, afirma. Cargaba con 7 lecheras grandes y otras tantas pequeñas donde transportaba la materia prima producida por las 33 vacas que tenían en el caserío, en el que llevan viviendo desde 1980.

“La vaca come cada día cerca de 20 kilos de pienso y 30 de forraje; y bebe sobre 60 litros de agua”

“Empecé a repartir en 1970 y me jubilé en 1994. Ahora hace 28 años que lo dejé”

Lechera de Urduliz