"Vive y haz lo que te gusta para ser feliz", resume como filosofía de vida el vecino de Sopela Igor Fernández, un enamorado de la cultura urbana del hip-hop, sobre todo, del auténtico, "el de las calles de Nueva York", matiza. Desde pequeño la chispa de la música negra corre por sus venas acompañada de una profunda inquietud artística. A través del dibujo y, especialmente, del grafiti comenzó a expresar su talento. Siendo un adolescente se sumergió de lleno en esta cultura urbana cuya semilla germinó tan profundo que se mantiene intacta a los 36 años. "A los catorce escribí mis primeras letras para un grupo", recuerda. Este estilo de música con raíces en los barrios más desfavorecidos de la gran manzana le cautivó por su esencia más pura. "Es reivindicativa, de lucha", expone.

Más tarde abandonó el grupo, pero su pasión por la música se mantuvo intacta. Incluso afloró una sensación que no se puede explicar pero que lleva dentro. No es algo que se vea, se estudie o se aprenda en los libros, sino que va más allá. Es algo inherente. "Es el groove, la chispa", señala. Por eso decidió iniciarse en el mundo de la producción musical bajo un sello propio que bautizó con el nombre de Euskalgrooves. Hip-hop made in Euskadi para el resto del mundo. Un proyecto musical con visión internacional que le ha llevado a codearse con los mejores artistas americanos dentro de este género musical. "Euskalgrooves suena en playlists con artistas importantes de hip hop americanos a los que admiro y llevaba en mi walkman como Jay-Z, DJ Premier, Dilated Peoples, Dr. Dre, The Alchemist, Gang Starr, Cookin Soul, Notorious Big, Action Bronson, KRS-One y muchos otros", relata. Sus ritmos suenan por el mundo y ha colaborado tanto con artistas internacionales de Brooklyn, Detroit, Atlanta, etc., como en formatos audiovisuales como documentales, cortos, etc. Más adelante, apostó por aglutinar sus sellos discográficos bajo la denominación Funky Life Records y Funky Life Beats, con mayor proyección internacional. Su destreza en la producción le ha hecho diferenciarse, tanto que algunos le preguntaron si tenía una firma personal de merchandising.

TRES ROMBOS

Después de darle muchas vueltas a la idea, apostó por registrar el dominio Funkylife.com, puesto que, según reflexiona, el término funky simboliza algo así como "una vida auténtica y original". Bajo este sello decidió adentrarse en el mundo textil y crear su propia marca de ropa sostenible Funky Life Streetwear con un diseño singular: tres rombos. Surge en relación al código de regulación de contenidos para menores de la televisión. "El máximo eran dos y el logo son tres. Ese rombo de más significa transgredir o romper las normas para conseguir vivir la vida que uno quiere y ser feliz. Funky Life, una vida auténtica y original", expone.

En 2012 registró la patente y en 2015 comenzó a trabajar con Bilbotex, empresa de serigrafía textil de la capital vizcaina, para expandir su marca en Euskadi tras ser reconocido su proyecto emprendedor por Bilbao Ekintza. De esta manera, sus gorras, camisetas y sudaderas cada vez empiezan a verse más por las calles. "Hace mucha ilusión cuando ves a la gente con tu ropa", indica. Su sueño es poder consolidar este proyecto al que ha dedicado tantas horas de su tiempo libre mientras lo compatibilizaba con su trabajo como estibador en el puerto.

"Voy con pies de plomo, mirando muy bien cada paso, porque no quisiera dar uno en falso por intentar correr y que se fuera todo al traste, no quiero abandonar este proyecto", relata sobre su aventura textil, un proyecto muy personal y cuidado. Mientras tanto, disfruta de sus creaciones musicales y agradece el apoyo incondicional mostrado por su tía Ana durante todo este recorrido artístico. "Ha sido la que más ha creído en mí", concluye.