A apertura de un negocio propio es levantar la persiana y que entren las ilusiones, los riesgos, el duro trabajo, los temores, la satisfacción... Pero hacerlo en estos tiempos de coronavirus es convivir con un nudo en la garganta y con cientos de nervios en el estómago. Arrate Yanke abrió hace un par de meses su moderna frutería en Leioa. Desde entonces se ha topado con constantes barreras y las ventas no han sido las esperadas, pero ella sigue dispuesta a tirar hacia adelante. "He tenido días en los que me hubiera rendido, pero supongo que ahora nos toca ser más positivos que nunca. Yo he tenido una vida complicada y sé que puedo con esto. No dejaré de sonreír, todo con una sonrisa resulta más agradable", enfatiza.

A Crazy Fruits, que es como se llama la tienda, la han alterado el dichoso covid y las altas temperaturas. "Considero que mi negocio tiene futuro, pero las circunstancias hacen que vea el lado más oscuro. En mi caso juntar verano y pandemia han hecho que mi ilusión se apague un poquito. Son meses muy duros, de llantos, gritos y muchas noches sin dormir y mucho cansancio, porque yo contaba con un comienzo duro, pero nunca pensé que tanto", se sincera Yanke. "Sin duda, ni en mis peores proyecciones habría imaginado un arranque de negocio como este. Creía que la curiosidad haría que el principio fuese movidito, pero todo lo contrario; el primer mes tuve que tirar más género del que vendí, el segundo ya reaccioné y comencé a traer menos... Aun así, he conseguido clientes fijos, gente muy cariñosa, que se siente muy a gusto con mi producto. Adoro cuando me dicen que han alucinado con el sabor", señala esta emprendedora.

Fue a finales de 2018 cuando la aventura de ponerse detrás de su propio mostrador comenzó a tomar forma. "Mis planes eran muy claros: no quería ser competencia para ninguna frutería de barrio, pero sí para las grandes cadenas que nos hacen la vida más fácil, pero menos humana", explica Yanke, que apuesta por la calidad en sus frutas y verduras, por el producto eco y de kilómetro 0 y por el 0 plástico. El principal rasgo de Crazy Fruits es ofrecer suscripciones mensuales con la idea de que el cliente paga una cuota y recibe en su casa lo deseado. Sin embargo, una de las piedras en el camino de Yanke ha sido no poder activar esta herramienta, que ahora sí, espera poner en marcha pronto. Lo que sí está disponible es la venta a través de la web

La inauguración de la frutería estaba fijada, tras una serie de imprevistos, para el pasado 20 de marzo. El confinamiento llegó seis días antes. "El técnico de frío, que me instalaba la cámara y el aire acondicionado dejó de trabajar. Tampoco trabajaban la empresa del toldo, ni me enviaban las vitrinas frigoríficas. Y no solo eso, como aún no me había dado de alta en autónomos, los municipales me comunicaron que tampoco podía ir yo a la tienda a pintarla y prepararla, porque el interior prácticamente lo hice yo: los muebles, el mostrador, la puerta... Y aún tenía que acabar de pintar. Así que aunque mi negocio hubiera sido uno de los que podían abrir, yo me quedé atascada, y además, al no ser todavía autónoma, tampoco pude optar a ninguna ayuda. Estaba en el limbo del confinamiento", rememora Yanke. Cuando el estado de alarma terminó y pudo contar con los profesionales que necesitaba, se lanzó. Y está siendo difícil. "Pero a pesar de no cubrir mis objetivos de venta, me siento muy arropada por los clientes que acuden a la tienda o me hacen pedidos en la web, porque en más de una ocasión alaban mi proyecto y me desean lo mejor", destaca Arrate Yanke.