Plentzia - Una noticia publicada en un periódico sobre un varamiento despertó su interés por el cuidado de la fauna marina. Por aquel entonces, estudiaba Biología en la UPV/EHU de Leioa y, a través de un compañero conoció Ambar Elkartea, la sociedad para el estudio y la conservación de la fauna marina, fundada en 1998 por un grupo de estudiantes. Desde entonces, han pasado dos décadas y, actualmente, la gorliztarra Leire Ruiz es la presidenta de esta organización sin ánimo de lucro, que se encarga de los animales que llegan a la costa vasca, vivos o muertos, y que recientemente ha participado en el operativo de recogida de la ballena que llegó a la playa de Sopela. Su vida discurre junto al mar, concretamente junto a la bahía de Plentzia y Gorliz, donde tienen su sede la ONG. En cualquier momento, puede sonar el teléfono para ir a ayudar a un animal en apuros. “Al principio la organización era mucho más pequeña y se dedicaba únicamente a los varamientos”, explica Leire, que lleva desde 2015 como presidenta de una organización que cuenta con 105 voluntarios en toda Euskadi.

En este sentido, de aquella primera etapa guarda un recuerdo imborrable. “Recuerdo como si fuera ayer mi primera intervención en un varamiento. Fue en Mundaka, con un delfín listado y me fascinó”, rememora. A lo largo de sus 21 años de actividad, Ambar ha participado en 621 varamientos, pero ninguno tan complejo como el de Sopela. “Las dimensiones del rorcual, la necesidad de maquinaria pesada, las dificultades para que accediesen a la playa, etc.”, valora Leire, que estuvo dos días al pie del cañón hasta su traslado al vertedero de Artigas. Aunque esa ha sido su actuación más reciente, también recuerda otras intervenciones destacadas en Zarautz en 2011, en La Concha en 2012 y, más recientemente, en Getaria. Hasta su famoso puerto pesquero “llegó un zifio de Cuvier vivo, una especie que nunca antes había visto. Era un animal de siete metros que estaba enfermo y se chocaba contra las paredes”, recuerda. Finalmente, consiguieron que pudiese escapar mar adentro. De todas sus actuaciones toma muestras y guarda restos óseos para realizar investigaciones. Según explica, el Cantábrico alberga numerosas especies marinas y desde Ambar fomentan su divulgación “para que la gente los conozca”.

Así, en su sede de Plentzia, disponen de restos de animales aparecidos en la costa vasca en las últimas dos décadas. “Tenemos huesos de dos marsopas, tres delfines listados, mandíbulas de rorcual, el esqueleto de un delfín común, una foca y dos cabezas de zifio”, apunta entre otros. Un botín que les sirve para conocer más de cerca estas especies y también para llevar a cabo una labor didáctica. “Organizamos charlas para dar a conocer la fauna marina y también de educación ambiental. Además, contabilizan en una base de datos de especies del Cantábrico y llevan a cabo censos en el mar “para estudiar las poblaciones vivas”, indica. Igualmente, colaboran con la UPV/EHU y su alumnado, y realizan exposiciones. “Queremos crear un pequeño museo para enseñar a los escolares las especies del Cantábrico”, desvela Leire.

ORGANIZACIÓN Ambar Elkartea está compuesta por especialistas en Biología, Veterinaria, Oceanografía y científicos de diversas áreas. Voluntarios que se caracterizan por ser “personas amantes de la naturaleza en general y del medio marino y su fauna en particular”, dispuestos siempre a “luchar por su defensa y participar en su difusión, aportando su tiempo, esfuerzo y conocimientos”, detallan.

Al mismo tiempo, mantienen una estrecha relación con diferentes asociaciones y entidades científicas de la cornisa cantábrica, así como con administraciones locales, diputaciones, ayuntamientos, Gobierno vasco, universidad, etc. Por último, respecto a sus estudios marinos, su objetivo principal son “los cetáceos, las tortugas marinas y los pinnípedos” debido a “su carácter de especies emblemáticas, bioindicadoras y referentes legislativos en cuanto a conservación”, concluyen.