Sus belenes se han consolidado como uno de los grandes atractivos de las navidades en Durango y este año, a pesar de la pandemia, Luis Ibáñez ha querido ambientar un amplio número de escaparates de la villa con sus creaciones, a pesar del coronavirus. De los nueve nacimientos que ha expuesto este año, el más novedoso se ubica en una panadería del casco viejo donde puede verse la ermita del barrio durangarra de Magdalena con dos caseríos, Arialde de Orobios y Besoitaormaetxea de Berriz. El ídolo de Mikedi también figura en el novedoso Belén. “Le dediqué unos cuatro meses. Uno de los caseríos en donde nació mi suegro. Cada año voy cogiendo una zona de Durango. Tras hacer el Ayuntamiento, Kurutziaga, Santa Ana y Santa María, se me ocurrió bajar a la zona de Magdalena”, explicó el artista.

Además de su novedoso trabajo, este año Luis Ibáñez también expone otro Belén hebreo en la plaza del mercado del municipio con protagonismo para un portalón que cuenta con varias casas con zonas labradas en piedra. El resto de los trabajos son siete dioramas, tres de ellos de nueva creación. El primero, bajo el título Navidades en el mar, está instalado en un comercio de ropa del municipio y simula el hecho de encontrarse en un barco. “Por el ojo de buey se ve el mar, la costa y el nacimiento con dos pueblos árabes en la montaña”, repasó su creador.

En la óptica de Landako también puede verse otro diorama nuevo. Se trata de un nacimiento hebreo con una cueva y un pequeño pueblo árabe. La tercera de las novedades está instalada en una zapatería de la villa con un diorama titulado La preparación de la misa del gallo. El divertido diseño representa una sacristía con dos monaguillos; uno subido a una banqueta bebiéndose el garrafón de vino y el otro, encendiéndose un cigarro con un cirio. “El cura que entra por la puerta los sorprende. Es una escena que nos recuerda a cuando fuimos monaguillos”, relató entre risas Ibáñez.

Cerrada su lonja La pandemia no ha podido frenar la consolidada iniciativa de Luis Ibáñez de exponer nueve creaciones, cuatro de ellas nuevas, en diferentes puntos del municipio. Lo que la actual situación sí ha impedido ha sido organizar diferentes visitas guiadas a sus belenes y no poder abrir su lonja de la calle San Francisco donde suele abrir al público una exposición que cuenta con más de un centenar de figuras -una treintena se mueven-, tres bombas de agua, ventiladores para el humo y una máquina para hacer nieve.

La muestra había adquirido un carácter solidario, ya que la entrada suele ser gratuita, pero el dinero recaudado de las aportaciones voluntarias de los visitantes se dona a la Asociación de Lucha Contra el Cáncer de Bizkaia. “Es muy bonito poder aportar en unas fechas tan especiales como estas un granito de arena con la solidaridad de tantísima gente que pasa por la lonja. Normalmente suelen pasar alrededor de 3.000 personas por la lonja. Tenía muy claro que la situación no estaba para grandes aglomeraciones y son muchas las personas que se animan a visitarlo en navidades. El sentido común me decía que no podía abrir este año la lonja”, valoró con acierto el belenista.

Lo que comenzó como un simple hobby se ha convertido con el paso del tiempo en su gran pasión. Pintor jubilado y riojano de nacimiento, Ibáñez siempre mostró gran interés por el arte. Muestra de ello, con apenas trece años y viviendo ya en el municipio durangarra ganó un certamen de belenes infantiles al que se presentó. Han pasado casi 60 años desde aquel reconocimiento y ahora sus creaciones forman parte de la Navidad durangarra y son muchas las personas que disfrutan con sus belenes. Repasando sus inicios, “mi ama ponía belenes en casa siendo nosotros unos niños y siempre te queda esa cosa. Cuando tuve los hijos les empecé a poner uno y poco a poco fui agrandándolo hasta que no me cabía en casa. Fue entonces cuando me animaron a a ponerlo en una tienda de pinturas de Durango y ahí empecé a crear mis diseños”, recordó a sus 71 años.