sus 82 años, el durangarra Carlos García continúa disfrutando de su tiempo libre creando maquetas a escala de diferentes ermitas y parroquias de la comarca. Su última obra: la iglesia de Santa Ana de Durango. Con una escala de 1:50, el espectacular trabajo fue presentado el pasado domingo, festividad de Santa Ana, en la propia iglesia y estará expuesto en el templo para todos aquellos que quieran disfrutarlo. “He tardado 18 meses en terminarlo con una media de cinco horas al día de trabajo; la verdad que estoy satisfecho con el resultado”, valoró el artista.

Maqueta de Santa Ana. Foto: Kevin Doyle

Coincidiendo con la festividad de la parroquia, Carlos García presentó su última maqueta y lo hizo ante la atenta mirada de los que tomaron parte en la misa mayor. Al término de la misma, el sacerdote Xabier Ezkauriatza animó al artista a subir al altar y descubrir su último trabajo que estaba tapado con una lona. La expectación era máxima y los feligreses rompieron a aplaudir de manera espontánea al presenciar la réplica a escala de la iglesia. A continuación, el artista fue nombrado Santanero del año y recibió como obsequio una réplica del templo. “Me comprometí con la parroquia a terminar la maqueta para ese día; ha sido bonito presentarla y ser Santanero del año”, reconoció agradecido el durangarra.

En lo que a la maqueta se refiere, han sido casi dos años de un laborioso trabajo donde Carlos, como viene siendo habitual, previamente ha realizado un trabajo de documentación acudiendo a Santa Ana para fotografiarla y sacar medidas con la intención de acotar, determinar la escala y crearla sin dejar de lado el más mínimo detalle. Utilizando cobre, madera, metal o piedra, entre otros materiales, el reloj del campanario funciona y la maqueta cuenta con luces. “Tuve que subir varias veces a la torre para hacer las mediciones de las campanas. Me gustaría proyectar un día en la iglesia las diferentes fases de creación de la maqueta”, adelanto el artista. En la presentación de su último trabajo, Carlos tuvo palabras de agradecimiento para su mujer Seve y su hermano Miguel Ángel. También quiso acordarse de su amistad con el seglar Peli Romarategi en Urkiola. Fue precisamente allí, en los años 80, donde despertó su lado más artístico. Y es que encargándose del mantenimiento de la empresa Fosroc de Izurtza, al término de sus jornadas laborales Carlos subía a Urkiola con el propósito de ayudar en los trabajos que surgían alrededor del Santuario. Reconociendo con nostalgia que “en Urkiola ha estado casi toda la vida”, las labores en la huerta y el cortar las zarzas se alternaban con otras más costosas como fue la instalación del mosaico de colores que preside el altar de la iglesia. “Peli, un maestro, me enseñó a tener paciencia a la hora de hacer las cosas; algo imprescindible para mis reproducciones”, reconoció con cariño.

De momento, además de la de Santa Ana, seis son las ermitas a escala diseñadas por el octogenario: la de San Andrés de Iurreta, las abadiñarras Guardako Aingerua, Andra-María y San Vicente, San Martín de Mañaria y San Lorenzo de Berriz. Reconociendo que “me gustaría presentar en la parroquia de Santa Ana o en el museo una exposición con todos mis trabajos”, Carlos acude todos días a su taller en horario de mañana y tarde. Fue cuando se jubiló el momento en el que decidió comprar un garaje en Komentu kalea y habilitarlo como es espacio para sus creaciones.