Durango - En un momento complicado de su vida el arte se convirtió en su mejor medicina. A sus 41 años, la durangarra Alaitz Muro Larizgoitia expone una muestra de sus grabados en el bar Napozt de la villa que podrá verse los próximos dos meses. “Las crisis son duras y toca desgarrarse pero a la vez nos dan la oportunidad a la transformación. A través del arte y el yoga he podido conectar con lo que soy”, explica satisfecha la artista.

Licenciada en Pedagogía y Ecuación Infantil, Alaitz, mientras visualiza sus trabajos, reconoce que “el arte siempre ha estado en mí”. Con especial cariño repasa las primeras visitas a museos siendo una niña y acompañada siempre de sus padres. Y es que fueron ellos los que le despertaron la admiración por este mundo. A pesar de ello, “es algo que lo he llevado oculto. No ha sido hasta hace cuatro años cuando he empezado a enseñar lo que hago. Empecé a darle más valor a mis creaciones; no al producto sino al tiempo que le dedicaba y al creer en esa necesidad de expresar”, asegura. Fue trabajando de instructora de buceo en Indonesia cuando se animó a enseñar a un grupo de amigos unos bolsos diseñados y pintados a mano. La gran aceptación de su entorno al ver sus creaciones fue decisiva para comenzar a exponer de manera pública. “Los vendí súper fácil y decidí que era el momento de empezar a creer en lo que hacía”, afirma en relación con la decisión tomada.

La última década, Alaitz ha estado lejos de su Durango natal. En uno de sus regresos a casa y con ganas de seguir formándose en el mundo del arte, Alaitz decidió acudir a clases de grabado en La Taller de Bilbao. Fue en ese momento cuando descubrió su técnica. “Básicamente lo que hago es ilustrar sobre grabado. Lo que busco es darle una segunda vida ese grabado y es por ello lo de las ilustraciones”, detalla la artista, que presenta en el establecimiento durangarra una docena de trabajos realizados en su estancia en Tailandia.

Definiendo la muestra como “el reflejo de dos años de transformación personal”, Alaitz baraja la opción de poder fusionar algún día el arte con el yoga. A la hora de pintar sus diseños reconoce que “no me gusta que la mente guíe el dibujo. La clave es conectar y dejarte llevar porque en el momento que la mente entra en juego, paro de dibujar. Dejo que la obra en sí se exprese; si no fluyo, paro”, apunta.

Tras terminar una etapa el pasado mes de julio en Tailandia, Alaitz viajará a Marruecos a finales de mes para impartir un par de retiros de yoga. “La naturaleza es súper inspiradora en todo su esplendor”, destaca añadiendo que “la inspiración está en todas partes; es cuestión de abrir los ojos y dejar que las cosas te toquen”.

Nuevo proyecto Aprovechando siempre cada visita para acercarse al Museo de Artes de Historia de Durango o el Bellas Artes de Bilbao, Alaitz está inmersa en un nuevo proceso creativo personal y se muestra ilusionada con la posibilidad de pintar nuevos diseños. En lo que a otros retos se refiere, no descarta la posibilidad de aventurarse con el vídeo.

Con la idea de seguir creando e impartiendo clases de yoga, Alaitz tiene ganas de seguir viajando y acumulando nuevas vivencias, pero quiere agradecer al bar Napozt la oportunidad de ofrecer su segunda exposición individual en Durango.