Alberto Etxebarrieta, alma mater de Sinpatron, echa de menos aquellas "noches canallas" del Bilbao que conoció y ese reflejo se ve en la creación que ha diseñado para BilbaoCentro, en la Semana de la Moda en la que también colabora DEIA. "He querido hacer una especie de homenaje a la noche bilbaina, de finales de los 90, principios de los 2000. En base a eso, me he inspirado en los nombres de bares y garitos de Bilbao que han cerrado durante estos años. Lo he enfatizado con la carga del grafiti", apunta.

¿Cómo se ve la moda ahora?

—Han cambiado muchas cosas, algunas para bien. Nos hemos dado cuenta al trabajar de manera ética lo que implica el pronto moda de las grandes empresas. Algunos estamos trabajando desde hace años de una manera más cercana, de slow fashion, trabajar de una manera más responsable. Empecé cuando Zara y esas firmas, que han cambiado el paradigma de la moda, despuntaban.

¿Es más difícil ahora?

—Es diferente. La dificultad reside en que ahora mismo mantenerse en esta economía que hay es más complicado y se han generado otro tipo de necesidades que antes no existían: cambio por temporada, compra impulsiva que genera mucho tejido y ropa... y hay que tener conciencia de a dónde va. Lo mejor es comprar menos y comprar mejor.

¿Los clientes también han cambiado?

—Las nuevas generaciones han nacido en esta burbuja de la moda, en la que puede más la variedad en el armario que la calidad. Creo que la base es tener conciencia de lo que implica, comprar calidad cercana, tejidos fabricados cerca. Todo lo que conlleva un comercio de barrio, las tiendas al final cumplen una función social, de estar a pie de calle. También está la individualidad, cuanto más abanico de opciones de compra tengamos, la calle será más variada, libre y única.

Durante años estuvo en Cibeles, ¿qué supone esa pasarela?

—Es verdad que el reconocimiento que te da una pasarela y la visibilidad es muy importante pero no lo es todo. Al final hace falta un baremo intermedio. La pasarela pide creaciones más arriesgadas que luego a la calle van a llegar muchas temporadas después. No hay perder tiempo en presentaciones fastuosas cuando lo que hay que hacer es trabajar y vender.

Se le nota desencantado.

—Estoy un poco cansado de ciertos formatos, como los influencers. Estos muñecos de barro que se generan son los que menos tienen que decir, porque parece que tienen más importancia que los diseñadores.

¿Se plantea regresar a Cibeles?

—En un futuro sí. Al tener un taller, disfruto más haciendo vestuarios de danza o teatro que organizando un desfile pero tengo ganas de volver y hasta aquí puedo leer.

Uno de los sectores más afectados ha sido el de la moda.

—La moda ya venía un poco coja por detrás. Es de uno de los sectores de los que no se habla tanto pero este 2020 ha sido la puntilla para muchos talleres y ha sido el paso definitivo para el cierre de muchas empresas. Hay muchos otros que con estos altibajos nos hacemos más fuertes. Estoy con la energía de que por mis narices salimos todos, es una cuestión de unión.

"Hay que tener conciencia de a dónde va la ropa; lo mejor es comprar menos y comprar mejor"

"Cuanto más abanico de opciones de compra haya, la calle será más variada, libre y única"