I rastro de largas colas. La cuarta edición del Festival Open House Bilbao también ha sufrido las consecuencias generadas por la crisis sanitaria del coronavirus. A diferencia de otros años, los visitantes entraban a la hora indicada para descubrir el interior de 21 tesoros arquitectónicos de la villa. Además de estos, como novedad, este año se han incorporado dentro del catálogo cinco espacios públicos Open que han tenido una gran acogida por la ciudadanía. El festival pondrá punto final hoy a una edición en la que las medidas restrictivas y el limitado aforo han sido los grandes protagonistas. No obstante, el éxito continúa y más de 3.000 personas se inscribieron previamente para participar en alguna de las visitas o actividades organizadas para la ocasión. "Los huecos se llenaron en escasos minutos", apuntaron algunos de los voluntarios.

Los inmuebles de la ciudad abrieron ayer sus puertas a las 10.00 horas, pero lo hicieron de una manera inusual. Los primeros cinco inscritos accedían al interior una vez identificados. Incluso en alguna ocasión los guías recibían a dos personas. En un principio se iba a contar con nueve visitantes, pero viendo cómo evolucionaba la pandemia y que las autoridades informaron que era recomendable limitar los grupos a seis personas, días previos a la celebración el festival fue reorganizado. Como dato, en pasadas celebraciones cada visita acogía grupos de veinte personas con una media de 130 personas a la hora, mientras este año la cifra ha bajado a diez.

No obstante, muchos repitieron experiencia. Fue el caso de Mikel e Itxaso que aunque en numerosas ocasiones han visitado el interior del Teatro Arriaga, esta vez querían conocer su historia. Andrea se encargó de contarles con todo detalle cómo fue construido y cómo ha evolucionado a lo largo de sus 101 años de vida. "Este es el tercer año que participamos y queríamos ver lo que normalmente no se ve cuando venimos al teatro, curiosidades, camerinos... También hemos visto la Biblioteca Foral, las Casas de la Cava, el Itsasmuseum, el Archivo Histórico de Euskadi... Muchas veces no tenemos la ocasión de visitar estos edificios por dentro", confesaron.

En la Biblioteca Foral de Bizkaia se encontraba Karen Trollano que también se había inscrito para ver el interior de la Biblioteca Municipal de Bidebarrieta. "Mi objetivo era compararlas", expuso mientras Monse Alcoceba contaba, apoyándose de una maqueta, cómo a través de una donación nació este edificio. "Llevo cuatro años guiando esta visita y me encanta este inmueble porque es singular. La gente lo ve muy bonito, pero no es consciente de lo accesible que es porque se puede venir a consultar libros, a estudiar, a leer prensa...", indicó.

Los guías del festival llevan años ejerciendo esta labor por su pasión por Bilbao y su arquitectura. Mitxel Verdes se encarga del Ayuntamiento de Bilbao desde hace tres ediciones aunque lleva desde los inicios del proyecto. "Conozco varias curiosidades del interior y la gente agradece que cada cinco minutos le cuentes alguna anécdota porque también es lo interesante", expuso. A esta visita se sumó María Jesús Argüelles, que por primera vez participaba en el festival. "Nunca había entrado y me ha sorprendido", dijo.

Las actividades organizadas al aire libre tuvieron también una buena acogida. Karla Fernández de la Bastida e Irati Aurrekoetxea ofrecieron una charla sobre el Muelle de La Naja en el exterior del rascacielos de Bailén. "Hemos explicado su relación con la Estación de la Concordia y con un convento que hubo aquí en este lugar... No nos centramos en analizar el edificio, sino su evolución histórica, porque lo ven como una plaza pero antes, por ejemplo, era una estación que estaba en la superficie", expusieron. También hasta hoy se realizarán actividades paralelas como paseos urbanos en bicicleta, talleres familiares... Y es que el Festival Open House también se ha tenido que reinventar.

Las más de 3.000 personas inscritas acceden al interior y exterior de los edificios en grupos reducidos de cinco personas y bajo cita previa