BILBAO - Los elfos existen en Navidad. Son capaces de convertir a los taxistas en transportadores de ilusión y acercar las mágicas luces de Bilbao a quienes lo tienen más difícil. Ocurrió ayer, cuando la iniciativa de Mónica, de Radio Taxi Bilbao, animó a cinco compañeros a recoger en sus casas a niños de Aspanovas, Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Bizkaia, y acercarles la luz de la Navidad. Les recogieron en sus casas y en el Hospital de Cruces y les llevaron al museo del Athletic y después, coincidiendo con el encendido navideño, a las 18.00 horas, hicieron un recorrido por los rincones más entrañables de Bilbao. No hay nada más mágico ni terapéutico que la sonrisa de un niño. Ayer hubo muchas sonrisas en el botxo.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero cuando se trata de niños la esperanza está muy reñida con la ilusión. Tanta que convierte lo prácticamente imposible en posible.

La iniciativa de recoger a niños en tratamiento de cáncer y pasearles por Bilbao para que se empaparan de Navidad cuajó muy bien en el colectivo de taxistas. La experiencia llevada a cabo el año pasado con personas de la tercera edad llenó de satisfacción al colectivo de conductores y, como dicen Mónica y Pablo, cuñados y taxistas, "los niños y los mayores son iguales. Tienen la misma ilusión".

Manos a la obra, los miembros de Radio Taxi hablaron con Aspanovas y pusieron un cartel en el Hospital de Cruces para que los niños que quisieran participar se apuntaran. Cinco respondieron a la cita tan especial y no porque no hubiera más ganas entre los niños, sino porque a veces la fase del tratamiento en el que se encuentran no les permite hacer este tipo de cosas. Las familias respondieron con tanta ilusión o más que los niños. La oportunidad de que sus hijos acariciaran de una forma cómoda la Navidad y sus rostros se iluminen después de vivir momentos oscuros en su carrera de fondo no tiene precio.

Contra viento y marea Así que, pese a los contratiempos, la carrera mágica por Bilbao llegó a buen puerto. Mónica, un poco acatarrada, prefirió no llevar a ningún niño en su vehículo para evitar contagios. Pablo fue a recoger a Víctor Manuel a Basauri; Olga, a Olatz al Hospital de Cruces; Irune, a Aitziber, y Alberto, a Naia. Faltó a la cita Diego, al que pese a sus ganas e ilusión la fiebre le jugó una mala pasada.

Lo primero fue la visita al museo del Athletic al que llegaron a las 16.30 horas. La Fundación Athletic les había facilitado las entradas para que los niños y sus familiares disfrutaran de la primera parte de la tarde. Olatz, de 14 años, estuvo acompañada por su madre y su tía que ven cómo esta lekeitiarra supera como una campeona la enfermedad y empieza a ver la salida a la pesadilla. Les hacía ilusión la idea de ver las luces desde el taxi.

A Naia, de Bilbao, le acompañaban sus padres y su hermano que incluso quiso dar chutes al balón.

Víctor Manuel, de 9 años, empezó con la fuerza de un león pero al final de la tarde solo quería meterse en su cama. Tenía mucha ilusión pero casi no pudo acudir. "Esta mañana nos han llamado en una cita de urgencia y hemos estado de 8.00 a 15.00 horas en Cruces. Ha recibido tratamiento de quimioterapia, hemos vuelto a casa y luego nos ha recogido el taxi". Su madre había preguntado a los médicos si era desaconsejable que Víctor Manuel hiciera el recorrido, pero estos le dijeron que sí se encontraba bien, no le quitara la ilusión. "Una oportunidad así no se puede perder", lo tenían claro tanto la madre como el niño. Después de un año y medio de lucha diaria la perspectiva cambia: "Si para cualquiera es difícil vivir el mañana, imagínate en nuestro caso".

Aitziber, de 10 años, también tuvo algún que otro obstáculo para acudir a la cita. Primero, no pudo apuntarse porque estaba en una fase del tratamiento en la que no era recomendable, pero al final cuando le dijeron que ayer le daban el alta, su madre llamó para ver si quedaban taxistas disponibles. "Todos los taxis que se necesiten", fue la respuesta de Mónica, quien coordinó la iniciativa. Para colmo, la sesión de quimio se la cambiaron de la mañana a la tarde y parecía que se frustraría su ilusión. Sin embargo, cuando hay empeño lo imposible se hace posible y si en la vida hay luchadores son estos niños, así que las entradas para el museo se las guardaron para otro día, pero Irune le recogió con su taxi en el hospital de Cruces al acabar su sesión quimioterapia y la llevó al encuentro del resto de compañeros en la explanada del Athletic, donde los taxistas contaban con todos los permisos para aparcar a los niños lo más cerca posible del museo rojiblanco. "Hemos tenido todo tipo de facilidades por parte del Ayuntamiento", agradecieron. De hecho, y de manera inesperada, el concejal Alfonso Gil acudió a saludar a los niños.

Los cinco taxis recorrieron las calles de Bilbao buscando la Navidad. La Gran Vía vestida de azul dejaba adivinar la sonrisa de Aitziber por debajo de la mascarilla. "He pedido muchas cosas al Olentzero: unas botas, el uno, un juego para hacer pulseras de goma...". Su tío Javi le acompañó en esta carrera de ilusión. "A mí también se me había ocurrido traerle un día por la noche para que viera las luces cuando no hubiera mucho tráfico, pero no sabía si sacarle a esas horas sería aconsejable". Así que la familia cogió con entusiasmo esta oportunidad.

En el Ayuntamiento llegaron los regalos de los taxistas, las fotos y después, a recuperar la normalidad. ¡Bendita normalidad!.